martes, 27 de abril de 2010

Amor desmenuzado



Es difícil estar “perdidamente” enamorado y ser feliz; no creo que sea bueno idealizar tanto la necesidad del otro, como si nos fuera a salvar de hacer el trabajo que nos corresponde para un vivir estable; tal vez todo esto sea un síntoma de estar perdidamente perdido.

Creo que el amor de verdad es ser consciente de cómo se puede querer sin querer ser querido. Y sólo así se disfruta de la experiencia de ser querido.

Con los años y la comprensión de la vida (a veces, incluso sólo con las enseñanzas que arroja el paso de los años) nos damos cuenta de estas cosas y, entonces, sufrimos mucho menos, sentimos mucho más profundamente y nos encontramos igualmente bien solos o acompañados. Del mismo modo que cuando vivíamos épocas de dependencia tormentosa nos sentíamos incompletos solos y también acompañados (ya se sabe: “Ni contigo ni sin ti” :-)

Porque el otro “amor” , el que provoca la urgencia de ser amado, hasta experimentar su ausencia como un puñal en el alma, es sólo un falso embarazo de cariño propio insatisfecho, vestido de devoción por el otro. Es, en todo caso, un egoísmo boqueado en el ángulo donde los pensamientos impiden sentirse.

Aplíquese esta reflexión a todo tipo de relaciones. No desdeño las relaciones humanas, porque estaría desairando a la propia vida, pero cada vez comprendo mejor el significado de esta cita de Schopenhauer, que es lo menos parecido a la egolatría:

“La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”.