domingo, 27 de mayo de 2018

Creatividad y alegría sin filtros



 
He estado observando a unos niños que se encontraban frente a mí en un restaurante. Sus padres les pusieron juntos y ellos se situaron en una mesa cercana, para vigilarles de cerca. Eran ocho y sus edades estaban comprendidas entre 4 y 8 años, calculé. Estaban contentos de verse juntos y solos y, de vez en cuando, como todos los niños, elevaban el tono de voz cuando se comunicaban. Sus padres les chistaban para que no nos molestaran. Personalmente, no me molestaban en absoluto. Al contrario, para mí fue una fiesta ver cómo se comportaban y la creatividad que derrochaban en el más mínimo detalle. Les trajeron un par de botellas de agua -muy bonitas, la verdad- y lo primero que hicieron fue tocarlas y retirar con sus manitas el vaho que traían. Alguno de ellos realizó dibujos con sus dedos. Luego, uno de los mayores tomó una servilleta y la puso en la mesa en forma de cucurucho, e introdujo los cubiertos en vertical en ella. Quedaba muy decorativo. Los demás le vitorearon (más llamadas de atención de sus padres) y trataron de imitar su proeza, unos con más habilidad que otros. A los más pequeños pronto se les derrumbaba el cucurucho, pero no se frustraban por ello. Lo intentaban una y otra vez y reían a carcajadas. Cuando les trajeron las croquetas, expresaban con gusto lo ricas que estaban y, a continuación, seguían con sus “juegos de mesa”: la sal, las migas de pan y las servilletas eran sus elementos auxiliares de juego. La alegría la llevaban dentro.
Simplicidad, juego, entusiasmo, inocencia… ¡Cuánto tenemos que aprender de los niños! ¡Cuánto que recordar del niño que llevamos dentro!

  

 


 

martes, 22 de mayo de 2018

Tiempo de sequía y de abundancia


Estoy en tiempo de sequía literaria: un libro finalizado y, por el momento, parado, por varias razones: ciertas indecisiones, cambio editorial, y porque todo corre tan deprisa y, al tiempo, tan en calma dentro de mí que cada vez que leo la penúltima página ya no soy quien la escribió.
Y una razón muy poderosa: mi madre se marchó hace poco más de un mes. Es ahora cuando lo estoy percibiendo con más intensidad, a la par que con aceptación. Le había llegado su momento, tras unos años delicada. Siempre admiré a esas personas que, cuando se les iba un ser querido, permanecían serenas, asumiendo lo inevitable y sabiendo que habían hecho lo que debían cuando vivían junto a ellos. Ahora soy una de esas personas. Le doy gracias a la vida por haberlo conseguido, por no dramatizar, sino apreciar los momentos de felicidad y de aprendizaje junto a ella y mi padre, que estoy segura de que le esperaba "allí", con los brazos abiertos. Mi padre solía correr hacia mí, en plena calle, cuando era pequeña y no tan pequeña, con los brazos en modo avión hasta abrazarme, mientras yo hacía lo mismo. Me le imagino recibiéndola así a ella. Gracias por la generosidad de los dos, su cariño, su entrega y su ejemplo.
Estoy en época de sequía de palabras, pero siento mucha abundancia dentro de mí, regada ahora con lágrimas agridulces. A ellos se lo debo. Mi gratitud, allá donde estéis. Sé que seguís cuidándome, juntos.

domingo, 6 de mayo de 2018

Que nadie tenga que ocuparse de ti


Hay muchas cosas que hacer en este mundo, pero la principal es estar tan en comunión y armonía con quien eres que nadie tenga que ocuparse mucho de ti, sino solo jugar despreocupado contigo
Un mundo de personas con las que "jugar" deja poco trabajo duro que hacer.