“Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro” (sentencia hindú)
A lo largo de la vida, se nos van presentando maestros para enseñarnos la lección que nos toca aprender. Si tenemos que aprender a respetarnos, pueden ofrecerse ante nosotros personas que no nos respeten lo suficiente, en forma de padres exigentes, parejas intransigentes, compañeros de trabajo manipuladores, amigos egoístas…
Desde el ego, veremos exclusivamente las actitudes de exigencia, acoso y manipulación, pero el Ser esencial debe saber observar en las personas portadoras de esas actitudes el reflejo de las propias carencias:
* Ausencia de autodeterminación.
* Falta de autoconfianza.
* Servilismo.
* Miedo a las reacciones ajenas.
* Culpa.
Por otra parte, si nuestro aprendizaje debe centrarse, por ejemplo, en ceder en nuestro orgullo, ira o soberbia, adoptaremos una actitud de ordeno y mando. Seremos inflexibles y egoístas. Tal vez, en esa posición de “cómoda superioridad” nos cueste más reconocer al maestro de turno que se nos ofrece para hacernos ver que le manipulamos, exigimos y acosamos. Él nos estará recordando constantemente que sólo se puede atraer con el corazón a quien se trata con comprensión, transigencia y empatía.
Si no aprendemos esa lección, será sólo el miedo el que retenga a los maestros a nuestro lado, hasta que el discípulo que llevamos dentro asimile que tratan de instruirnos en que la consecuencia de la soberbia sólo puede ser la soledad. Entonces, tal vez comencemos a reparar en aquello que debemos modificar:
* Controlar las frustraciones para no volcarlas en los demás.
* Potenciar la empatía y la flexibilidad.
* Comprender que para recibir también tienes que dar.
La lección global es que todos somos maestros y aprendices, unos de otros, y que, si profundizamos, encontraremos ciertas características de las personalidades descritas entremezcladas dentro de cada uno, sin distinción del grupo “al que pertenezcan”.
Cuanto más abramos nuestra conciencia hacia el aprendizaje y mayor consciencia pongamos en el desarrollo de nuestra vida y de nuestras relaciones, más lecciones aprenderemos, más felices seremos, más fácilmente identificaremos el buen fondo que todos tenemos (independientemente de lo que mostremos en la superficie) y, por tanto, más potenciaremos el sentimiento de Unidad.