No hace mucho, le escuché a una persona relativamente joven la
frase “esta vida es una m…”, a lo que otra que le acompañaba, más o menos de la
misma edad, asintió con un “desde luego que sí”. En ese momento, mi intervención
hubiera sido de un desgaste colosal e infructífero, porque cuando alguien está tan convencido
de que es así, que todo es una pena y que hemos venido a este mundo sólo a
sufrir, no puedes convencerle, aunque le des los argumentos más eficaces; aunque pueda intuir que no es del todo
cierto, quiere estar ahí, en lo que Tolle llama “Cuerpo dolor”; es decir, si
me quitas ese sentimiento de que lo de ahí fuera es una m…, me encuentro
conmigo y no sé qué hacer con mi vacío… Suena fuerte, pero es así.
Tras escuchar esa conversación derrotista, a solas, medité
sobre ello. Sentía compasión por esas personas que no eran capaces de ver la
belleza de la vida, en la alegría y también en la tristeza (porque unas veces
se disfruta y otras se pena-aprende, pero nunca se pierde). Comprendía también que
para desgranar los regalos de la vida en forma de problemas o de beneficios hay
que atravesar un camino que no todo el mundo está dispuesto a recorrer o que no
es capaz de iniciarlo, porque está despistado, dormido, distraído de la vida, como
dijo Facundo Cabral.
Todos somos iguales; todos tenemos capacidad, inteligencia y
talento para descubrir a cada paso la flor que se va abriendo y nos ofrece su
color y su aroma; las personas que tenemos alrededor que nos completan, nos
orientan y nos ayudan a reconocer en nosotros mismos lo que debemos interiorizar
y desarrollar; sin embargo, hay personas que terminan su recorrido en la Tierra sin
saber por qué han venido y arrastran sus pies como si llevaran una pesada
cadena; otras, lo descubren y lo transitan livianos e ilusionados. No se les pone nada por delante, porque han sabido reconocer en sí mismos los recursos para resolver lo que les toque sin fastidiar a nadie, sin quejarse, sin manipular...
A pesar de lo escrito (que me está surgiendo directamente del corazón a las teclas :-), todo es como debe ser (explicar esto sería motivo de otra entrada). No obstante, la actitud ante la vida
determina su evolución positiva o negativa. No se consigue en un instante, pero se puede conseguir. Hay personas llenas de “problemas”
que disfrutan de cualquier minuto de tranquilidad, que no tienen nada, pero que
valoran todo. Hay otras que, disponiendo de todo, son incapaces de apreciarlo.
Otras que, si se acaban los problemas que las atormentan, se inventan
mentalmente otros, para que no falten; y las hay que, cuando se enfrentan a dificultades, por muy complicadas que parezcan, las transforman en oportunidades de mejora.
La vida es lo que es, somos nosotros quienes la enfocamos bien
o mal. Alguien dijo que el destino está escrito, pero que cada uno tiene la posibilidad de reescribirlo. Y es un reto apasionante que, en sí mismo, da un gran sentido a la existencia.