viernes, 22 de octubre de 2010

Entusiasmo para emprender



Viendo un programa de televisión sobre emprendedores, me di cuenta de que en todos había un denominador común: el entusiasmo, fundamental. Unos tenían formación académica, otros, como decía el padre de uno de ellos: “Nunca le gustó estudiar, pero desde chiquitito pensaba mucho”. Y había terminado siendo inventor de cosas qué él mismo necesitaba, como unas almohadillas adheridas a los pasos de las procesiones para amortiguar el peso sobre los hombros. Este inventor dijo una frase simple y magistral cuando le preguntaron por lo que le impulsaba a crear algo:
“¡Veo un problema, busco una solución y tengo un producto!” ¡Y con esa filosofía ya tenía pedidos de almohadillas hasta de Italia! Y, por supuesto, no era lo único que inventaba.

“Grasia a Dio, nunca me he vizto en er paro”, dijo con acento andaluz y optimismo.

Algunos de los promotores de nuevos proyectos eran muy jóvenes, recién licenciados e, incluso, estudiantes, y en su triunfo había también otro componente básico: el apoyo incondicional de su familia; no tanto económico, sino sobre todo de motivación y confianza en ellos.
Es tan importante para los jóvenes dejar de escuchar de una vez las famosas y manidas frases de “Es que según están las cosas”; “Éste no sale de casa ni echándole” o “No sé para qué le he dado estudios”… Todas vacías, cargadas de plagios derrotistas e inhabilitadores que sólo consiguen desangelar.

Eran padres que les ayudaban a decorar sus locales, les aconsejaban sobre los productos que iban creando o que, simplemente les dejaban ser, sin ponerles pegas a sus iniciativas.

Y en todos los casos, podían contar con el asesoramiento de las Cámaras de Comercio y otras instituciones, y con la disponibilidad de instalaciones y servicios a un precio muy asequible en los denominados Viveros de empresas.
Cuando tomó la palabra la persona que gestiona la tramitación de nuevos proyectos dijo que no se desestimaba prácticamente ninguna de las propuestas, dando a entender por su tono que no había demasiadas.
Sé que no es todo tan idílico, que no en todos los casos ni lugares es igual, tanto desde la burocracia hasta la financiación y la puesta en práctica, pero lo que es incuestionable es que las ideas son gratis, y que por ellas se empieza.