lunes, 8 de diciembre de 2008

Entrega sí, pero hasta donde puedas...


“Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino”.

(Gabriela Mistral)

Hazlo tú: planta un árbol, enmienda un error y aparta la piedra, sí, pero... cuídate. Haz todo eso, y más, si necesitan de ti, pero no te olvides de cuidarte. Pon tu energía y generosidad en todo cuanto hagas, pero no sobrepases el límite en el que te hagas daño a ti mismo, o en el que asumas responsabilidades que otros no hayan querido aceptar como suyas:
“Sentirse excesivamente necesario o imprescindible en relación con los demás es un gusto para el ego, pero un disgusto para el verdadero yo, que termina quejándose, a través del cuerpo, enfermando o teniendo graves percances. El coste de no practicar el amor con uno mismo es muy elevado, porque nos conduce a la renuncia de nuestra propia libertad. Aunque también hay que adaptarse a los deseos de otras personas, ceder ante determinados requerimientos ajenos, uno debe saber cuándo está rebasando la frontera de su integridad personal. Y es que no hacer caso de las propias necesidades, no amarse, no practicar la asertividad, ya sea por buscar la aprobación de los demás, por una entrega sacrificada o, simplemente, por pasividad, nos termina colocando en los aposentos del enfado, de la rabia o del agotamiento, en definitiva, de la insatisfacción vital”.

(Párrafo de mi libro, Palabras para el Bienestar)

Ahora bien...

“Mi bienestar está relacionado con tu bienestar; mi sufrimiento, con tu sufrimiento. Pretender buscar mi felicidad y mi seguridad como si yo fuera una isla es una estupidez. De esta sabiduría viene el altruismo”.

(Alan Wallace, fundador y presidente del Instituto de Estudios de la Conciencia, de una entrevista publicada en La Contra de la Vanguardia).

Como siempre, en el medio está la virtud.