lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Por qué nos comparamos?


Muchos de los conflictos relacionales proceden de las comparaciones. Quien sufre por verse en situación de inferioridad con respecto a otro o a otros desconoce que aquél o aquélllos con quienes se mide son iguales que él . El desconocimiento de sí mismo le lleva a la confusión con respecto a los demás y, en ocasiones, a un trato injusto. Las personas que viven acomplejadas pueden llegar a ser muy crueles, a veces de forma inconsciente, con quienes consideran triunfadores. Así, lo que se da en llamar envidia surge no tanto de la desazón y el ansia por el bien ajeno, sino de la ignorancia y el descontento propios.

De esta forma, se dan problemas de comunicación, que proceden de la desconexión interna de alguno de los interlocutores, y que, a su vez, conducen a la autodefensa y al egoísmo (apartar al otro por lo que aún me pueda arrebatar). Estas conductas responden a una negación de la propia persona y a una vida de esclavitud con el exterior.

Ocúpate de ti, con honestidad. Pierde (gana) tiempo en analizarte, porque, una vez decidido en tu búsqueda, encontrarás un fondo virgen, limpio y sin labrar, esperándote para ser cultivado. Poco a poco, tu trabajo interior te irá devolviendo el fruto de la LIBERTAD, y ya no tendrás necesidad de compararte con nadie. Tan sólo irás midiéndote con tus propios avances.