Una amiga, que está experimentando un profundo renacer, me decía hoy mismo que ha llegado a la conclusión de que hay que vivir ligera.
Eso es, dejar el lastre de la identidad acuñada con pedazos de unos y otros; renunciar a apegos, dependencias y pesos. No arrastrar cargas tuyas ni de nadie, no esperar ni pedir.
Tan sólo recibir los regalos que te da la vida y corresponderla con una actitud tolerante y enérgica, generadora de más vida, verdad o, lo que es lo mismo, belleza.
Un fuerte abrazo y mis mejores deseos para todos vosotros. De corazón.
¡Feliz Navidad!
Y qué mejor forma de empezar el año que con optimismo. Me parece muy buena esta iniciativa:
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