A pesar de todo y gracias a todo, creo que vamos a vivir una
etapa apasionante. Los jóvenes tendrán que desarrollar su creatividad más que
nunca (ya lo están haciendo) y aplicar su talento en lo que más puedan aportar.
Precisamente por eso, van a ir construyendo una sociedad mejor. Los menos
jóvenes tenemos la oportunidad de experimentar la maravilla de la transición de
un mundo más estático, aunque revuelto, a otro más dinámico y despierto. El
mundo tiene en este preciso momento lo que necesita: una transformación
integral hacia un concepto más holístico, más auténtico, mejor.
César Piqueras, comentaba en un artículo de su blog, 8 pruebas de que un cambio está todavía por venir, referido al mundo de los
negocios, que, aunque tendremos que enfrentarnos a situaciones nuevas y no será
fácil, quien mejor se adapte a los cambios tendrá más oportunidades. Indica que
hay que tomar decisiones, anticiparse a lo que pueda suceder y acostumbrarse a
nuevos modelos de trabajo.
Estoy de acuerdo, y a ello le añado un componente esencial,
hacerlo sin miedo, sino como un reto que, superado, sólo nos puede conducir a
responsabilizarnos de la parte que nos corresponda con entusiasmo, con el deseo
de crecer, de aprender, de crear y de compartir.
Es decir, colaborar en la reconstrucción del mundo del mismo
modo que abordamos la reedificación de nuestro propio mundo interior cuando
sentimos que ha llegado la hora de hacerlo. Os aseguro que eso sólo puede traer
buenas consecuencias.