Percibir que ellos han nacido con una sabiduría esencial, renovada, fortalecida. Que sienten que les ves capaces de avanzar con firmeza, para lo que sólo precisan comprensión, directrices coherentes y apoyo incondicional.
Abrirles, sobre todo con tu propio ejemplo, la ventana a un mundo amable y divertido.
Lo mejor de ser madre es querer a tus hijos y sentirte correspondida.