Ayer escribí (extraje de una conversación en la que lo comenté) este Twitter:
“Humor, inteligencia y bondad son lo mismo”.
No sé si seré capaz de desmenuzar la semántica de esta frase, pero, al expresarla, estaba completamente segura de ello.
La bondad es la inteligencia suprema, el uso de los conocimientos y la sabiduría integrados en una persona para el bien.
Muchas veces, decimos: "prefiero que sea malo a que sea tonto". No andamos muy perdidos, porque una persona que domina sus sombras, aunque sea desde el intelecto, te puede ofrece la luz y en ese punto es donde la razón puede aportar lo que le falta al instinto o a la intuición.
El humor es una de las más floridas potencias de la inteligencia que nos hace ser más nosotros, abstrayendo de la realidad lo que no nos gusta para "deformarla" en lo que querríamos que fuera. El absurdo para romper lo que nos hace parecer solemnes y aburridos.
“Yo no hago humor del absurdo; el mío es totalmente real. Lo que es absurdo es el mundo”.
(Pedro Reyes)
El humor es la fiesta de la lucidez, el encuentro de lo distante y la mejor forma de llevar los contratiempos a los que llegamos tantas veces desde la otra cara, la del mal carácter.
¡No hay casi nada que no pueda arreglar una risa o una simple sonrisa!