Raimon Samsó, autor del interesante libro El código del dinero, del que ya hablé en este blog ("he concluido que el dinero lo crea la mente", dice), remite periódicamente reflexiones en su newsletter. En esta ocasión, se refiere a algo con lo que también sintonizo al cien por cien, así que le he pedido permiso para difundirlo aquí. Habla de disfrutar haciendo reales los objetivos, de fluir con la vida, de permitir que nos proporcione lo que necesitamos, de tejer sueños y de llevarlos a cabo sencillamente y al servicio de un bien mayor. Esa es también la esencia de mi libro, que acabo de reseñar en la anterior entrada, del que os iré pasando alguna otra información hasta la fecha de edición.
Aquí os dejo el profundo texto de Samsó:
“Escribo esta carta de principio de año en mi escritorio de casa, muy temprano por la mañana, en medio del silencio pues la ciudad duerme, contemplando el mar azul al otro lado de la ventana, y con una sensación de inmensa calma. Un año nuevo empieza.
En mi trabajo me gusta hablar de objetivos y metas para alcanzarlos, y aún me gusta más hacerlos reales. Esa es la mejor parte de todo. ¿Podría fallarle a mis sueños? No. Creo que un sueño que se abandona es como un bebé que se pierde, una tragedia silenciosa para el mundo; y creo que como especie deberíamos soñar más, pedirnos más y ser más ambiciosos espiritualmente, pero no materialmente.
Mi afirmación diaria es: “Fluyo con la vida y permito que ésta me proporcione todo lo que necesito de una forma sencilla; porque mis planes son los suyos, y yo un simple voluntario para manifestarlos en la realidad”. Ponerse del lado de la vida, quitarse importancia, hacerse a un lado… relaja mucho y hace que todo lo que tiene que suceder para el mayor bien de todos, suceda más fácil y rápido. Cuántas veces lo he comprobado en mí mismo y en mis clientes.
Con todo esto, lo que quiero expresar es que los humanos tejemos sueños y metas pero que si éstos no están al servicio de un bien mayor, todo será lucha y dificultad. En cambio, cuando nos alineamos con el mayor propósito del momento, entonces los sueños, a los que nos presentamos voluntarios, suceden. Bajo esta perspectiva, ¿de quién es un sueño? Respuesta: para que sea real, de todos.
El sueño de un nuevo día es este amanecer, la ciudad aún duerme, el mar está muy azul y tranquilo, empieza un año con todo lo que se trae… y contemplándolo yo me quedo en calma por lo fácil que todo esto ocurre”.