"Desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo”.
Milan Kundera
Considero que esta cita de Kundera tiene parte de razón, y otra no tanto. Creo que hablar de uno mismo tiene bastante de egocentrismo, pero también de generosidad (siempre que no nos excedamos). Hablar de otras personas... ya está fuera de lugar.
Si alguna vez me he referido a algo muy personal, en la vida “real” o en esta otra “realidad” virtual, he sentido unas veces rubor y ganas de rectificar, y en otras ocasiones satisfacción por considerar que mi aportación estaba siendo útil a otras personas, que podían estar atravesando un difícil momento por el que yo había pasado y superado.
Quien se explaya mucho se equivoca más, pero también comparte más y, sin llegar al extremo, puede alegrar la vida a otros menos osados.
Aunque quien sabe escuchar… corresponde aún más.
Tal vez porque se acercan más a mi modo de ser, y por aquello que decía Richard Bach de que los iguales se atraen, me siento más cómoda con las personas que no esconden, pero admiro también el misterio y la ecuanimidad de los prudentes (siempre que la prudencia no provenga del temor a la opinión ajena, tal y como comenté en esta otra entrada: “Cuando la prudencia es miedo”.
--------------------------
¿He estado comedida? Porque… me estoy conteniendo :-))))
Milan Kundera
Considero que esta cita de Kundera tiene parte de razón, y otra no tanto. Creo que hablar de uno mismo tiene bastante de egocentrismo, pero también de generosidad (siempre que no nos excedamos). Hablar de otras personas... ya está fuera de lugar.
Si alguna vez me he referido a algo muy personal, en la vida “real” o en esta otra “realidad” virtual, he sentido unas veces rubor y ganas de rectificar, y en otras ocasiones satisfacción por considerar que mi aportación estaba siendo útil a otras personas, que podían estar atravesando un difícil momento por el que yo había pasado y superado.
Quien se explaya mucho se equivoca más, pero también comparte más y, sin llegar al extremo, puede alegrar la vida a otros menos osados.
Aunque quien sabe escuchar… corresponde aún más.
Tal vez porque se acercan más a mi modo de ser, y por aquello que decía Richard Bach de que los iguales se atraen, me siento más cómoda con las personas que no esconden, pero admiro también el misterio y la ecuanimidad de los prudentes (siempre que la prudencia no provenga del temor a la opinión ajena, tal y como comenté en esta otra entrada: “Cuando la prudencia es miedo”.
--------------------------
¿He estado comedida? Porque… me estoy conteniendo :-))))