“La reencarnación es la creencia consistente en que una esencia individual de las personas (mente, alma, consciencia, energía) vive en un cuerpo material en la Tierra no sólo una vez sino varias.Un alma o espíritu viaja o aparece por distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la tierra, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de conciencia más alto”.
(Fuente: Wikipedia).
Hace unos días asistí a una charla-coloquio, en la que la ponente explicaba que el mundo en el que vivimos es experimental; elegimos la familia que nos va a permitir evolucionar, y tomamos la forma material que nos corresponda, hasta que, liberados de todo mal (habiéndonos reencarnado las veces que necesitemos, según haya sido nuestro proceder), llegamos a la conexión con la fuente, o el amor, y vivimos eternamente. Se basaba en testimonios de diversas personas que han visto o atravesado el túnel de luz y han vuelto nuevamente a este mundo.
No me aferro a ninguna teoría en concreto, pero ésta me resulta esperanzadora, por estas razones:
-Hay vida después de la vida, así que comprendo lo que dijo Tolle, por ejemplo, sobre la muerte, refiriéndose al desapego: “Hay que morir antes de morir y descubrir que no hay muerte”.
-Somos responsables de nosotros, desde el nacimiento hasta la “muerte”. No hay culpables. Ni siquiera uno mismo, porque siempre tiene la posibilidad de rectificar.
-No seremos juzgados, porque la fuente inicial (Dios) no puede ser castigadora, ya que es amor.
-Explica las diferencias en las oportunidades. Quien sufre desgracias puede vivir felizmente en otras vidas.
-Hace más comprensible el interés por mejorar como persona: la vida tiene sentido en sí misma, basada en la mejora continua o encaminada al amor en su más pura forma.
Si estás inmerso en un proceso espiritual, experimentas la necesidad de saber quién eres, qué quieres y hacia dónde vas. En este sentido, siento curiosidad por todo esto. Sin embargo, lo que verdaderamente me importa es mejorar como persona y contribuir con ello a la mejora del mundo y de las relaciones con otros seres humanos y con el entorno. Esto constituye, además, una inmensa fuente de bienestar.
En cualquier proceso creativo en el que nos embarcamos no debemos fijarnos en el destino, sino disfrutar del camino, así que el más importante de los procesos, el de la obra de arte de nuestra propia vida, debe estar encaminado a sentirse satisfecho con uno mismo, dando con ello buen ejemplo.
Estoy segura de que así el lugar al que lleguemos será nuestro lugar.
Añado a esta entrada este soberbio vídeo de Krishnamurti. Escuchad atentamente hasta el final, hasta donde se concluye que “sin apegos la muerte no da miedo”. Me trasnmite el mismo mensaje que quería dar a entender con esta entrada: vive, no te aferres ni siquiera a lo que pueda haber, y SÉ: