Cada vez estoy más convencida de que todas las personas que han volado alto o que han logrado sus objetivos se han basado en una misma técnica, que se sostiene en diversos aspectos: autoconfianza, disciplina, riesgo, pensamiento crítico y optimismo. Y, además de estos factores fundamentales, otro que parece no ser tan importante, pero que es determinante para lograr los fines que nos propongamos o, al menos, para llegar a saber cuál es nuestro propósito en la vida: la capacidad para distanciarnos de los objetivos sin desecharlos.
En este sentido, Kary Mullis, premio Nobel de Química 1993, aporta una respuesta crucial en una reciente entrevista publicada en La Contra de la Vanguardia:
"Las buenas ideas llegan cuando tratas de cerrarles el paso, porque estás concentrado en lo que crees la solución cuando en realidad es la distracción. Al final, cuando te relajas, ese pensamiento intruso se puede colar y entonces descubres que era la solución".
A veces nos aferramos con tanta fuerza a lo que tenemos entre manos que impedimos su movimiento natural. Soltar el control sin cortar los hilos que nos unen a una ilusión es una manera de asegurar que se cumpla.
"Las buenas ideas llegan cuando tratas de cerrarles el paso, porque estás concentrado en lo que crees la solución cuando en realidad es la distracción. Al final, cuando te relajas, ese pensamiento intruso se puede colar y entonces descubres que era la solución".
A veces nos aferramos con tanta fuerza a lo que tenemos entre manos que impedimos su movimiento natural. Soltar el control sin cortar los hilos que nos unen a una ilusión es una manera de asegurar que se cumpla.