domingo, 16 de mayo de 2010

"Esta vida es una pena"


En general, la gente quiere seguir escuchando penas, que todo está mal, que la vida es dura, que la sociedad está podrida, que poco podemos hacer salvo sortear el mal, que es lo que impera. Las personas que opinan así (que sólo ven eso) se alían rápidamente cuando se habla del tema; se arropan en un intento de sumar debilidades que les liberen de mirarse a sí mismos.
En realidad, detrás de ese subirse al carro del pesimismo, que llaman realismo, está el no querer saber nada de ellos, no sea que descubran que tienen alguna tarea pendiente bajo la piel, que deben mirar la viga de su ojo. Puede que incluso piensen y crean que hay que cambiar individualmente para lograr ese mundo justo que ven imposible, lo ven razonable, pero siempre son los otros los que deben hacerlo.
Y lo peor del caso es que sienten un rechazo tremendo por quienes decimos (que no hacemos siempre) o estamos convencidos de lo contrario. Yo estoy aprendiendo a callar ante un caso así, porque os aseguro que no hay nada que hacer. Una conversación cualquiera se convierte en un juego de ¡ay, que te he pillado! ante la más mínima duda por tu parte, entrando a saco a buscar fallos en tu propio comportamiento (como si pudiéramos ser perfectos), para desmontar cualquier base real de lo que no quieren ni siquiera escuchar.
Si te ves en situaciones así, te aconsejo, como cantaba Pimpinela, "que pegues la vuelta" o, como decimos una amiga y yo: "punto y ... aparte".