Estoy dando vueltas a todo esto de las relaciones a través de la Red. Creo que los que escribimos y leemos por este medio virtual estamos ofreciendo nuestros sentimientos, emociones y pensamientos en forma de palabras. Nos hemos buscado y hemos creado grupos de comunicación, porque nos entendemos y, en cierto modo, nos necesitamos; hablamos el mismo lenguaje, precisamos estímulos parecidos, estamos en niveles de evolución similares y, por tanto, nos enriquecemos.
Se trata de una comunicación muy cómoda, porque nuestra persona está protegida por este tejido invisible, pero contenido, que retiene lo que no queremos exhibir y recoge, probablemente, lo mejor de nosotros, incluso cuando revelamos nuestras sombras almibaradas con vocablos.
Las relaciones que establecemos por escrito en la red, a través de blogs, correo electrónico o redes sociales, reposan en un entramado en el que no hay acciones, tan sólo términos e imágenes. Es verdad que, por lo que escribimos, podemos intuir cómo somos, o al menos, cómo pensamos (que viene a ser lo mismo). En cierto modo, hay una acción que se desarrolla en medio de este juego del lenguaje, pero… los “hechos” siempre van encapsulados en palabras.
Hay algo que favorece el desenvolvimiento de la amistad virtual, y es que, como he indicado, eliges estar y hablar con quien quieres, con quienes se asemejan a ti o con quien deseas establecer algún tipo de vínculo que va a reportar cosas positivas en ambas direcciones. Es la vida en una segunda realidad (¿O es la tercera? Porque luego está la verdadera realidad, que no es tampoco la que creemos estar viviendo en las relaciones de tú a tú, ya lo decían en la película “¿Y tú qué sabes?”.
Las relaciones que establecemos por escrito en la red, a través de blogs, correo electrónico o redes sociales, reposan en un entramado en el que no hay acciones, tan sólo términos e imágenes. Es verdad que, por lo que escribimos, podemos intuir cómo somos, o al menos, cómo pensamos (que viene a ser lo mismo). En cierto modo, hay una acción que se desarrolla en medio de este juego del lenguaje, pero… los “hechos” siempre van encapsulados en palabras.
Hay algo que favorece el desenvolvimiento de la amistad virtual, y es que, como he indicado, eliges estar y hablar con quien quieres, con quienes se asemejan a ti o con quien deseas establecer algún tipo de vínculo que va a reportar cosas positivas en ambas direcciones. Es la vida en una segunda realidad (¿O es la tercera? Porque luego está la verdadera realidad, que no es tampoco la que creemos estar viviendo en las relaciones de tú a tú, ya lo decían en la película “¿Y tú qué sabes?”.
¡Madre mía! me estoy perdiendo. “La estamos perdiendo” pensaréis al leerme :-).
Pero voy al grano de mi exposición. En la dimensión física disponemos de más elementos para identificarnos, más modos de calificarnos y también más motivos para apreciarnos o para relegarnos: más información.
Y esa es la diferencia: la comunicación virtual limita la información hasta donde tú pongas el listón. Los amigos “presenciales”, sin embargo, lo somos con todas las consecuencias: disfrutando de las coherencias, y transigiendo en las incoherencias, sin red.
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P.D. También creo que, en casos como el nuestro, de este tipo de personas “raras”:-), que nos gusta preguntarnos por todo, es muy probable que la relación se fortaleciera más allá de las pantallas, porque te conoces antes por dentro que por fuera, y eso es algo de gran valor, que no se da con mucha facilidad en la atropellada cotidianeidad.
Pero voy al grano de mi exposición. En la dimensión física disponemos de más elementos para identificarnos, más modos de calificarnos y también más motivos para apreciarnos o para relegarnos: más información.
Y esa es la diferencia: la comunicación virtual limita la información hasta donde tú pongas el listón. Los amigos “presenciales”, sin embargo, lo somos con todas las consecuencias: disfrutando de las coherencias, y transigiendo en las incoherencias, sin red.
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P.D. También creo que, en casos como el nuestro, de este tipo de personas “raras”:-), que nos gusta preguntarnos por todo, es muy probable que la relación se fortaleciera más allá de las pantallas, porque te conoces antes por dentro que por fuera, y eso es algo de gran valor, que no se da con mucha facilidad en la atropellada cotidianeidad.
Sin embargo, precisamente por esa vida interior que potenciamos, es muy probable que no precisáramos mantener un contacto continuado o tan directo (hemos aprendido a no depender, que es maravilloso), y puede, incluso, que se rompiera la magia que esconde el misterio de lo que imaginamos.
Me he puesto un poco pesada, pero me váis a pedonar :-)