jueves, 5 de junio de 2008

"Me han dado la categoría de..."


-“Me han dado la categoría de responsable de área”.

No, disculpa, nadie te ha dado nada, ni tampoco te lo ha quitado. La categoría te la das exclusivamente tú; tienes que desarrollar una actividad, cumplir un cometido o llevar una responsabilidad, pero, incluso en el caso de que te consideres un incompetente para la labor que realizas y tu situación profesional te parezca un regalo (conseguido, quizás, por tus malas tretas) también ha sido “gracias” a ti. Si, por el contrario, quien ha actuado desacertadamente es quien te dirige, tuya será también la responsabilidad de permitirlo.

Son sólo palabras, pero con una gran carga inconsciente de victimismo, que se manifiesta igualmente fuera del terreno profesional.

- “Sin ti no soy nada”. “Si me dejas, me quedaré vacío”.

Puedes estar seguro/a de que, en ese caso, tampoco te sentías nada, y ya estabas vacío, antes de que fueras abandonado. Era egoísmo lo que te ataba a quien creías tu complemento, un apego disfrazado de amor, amor de relleno. Puedes quedar desolado y triste ante la pérdida, pero nunca vacío si tú ya estás lleno de amor.

- “Me han aprobado el examen”. “Me han suspendido”.

De ningún modo. Tu trabajo te ha llevado a aprobar o tu dejadez a suspender, pero eres tú el artífice de tal situación.

¡Despierta! ¡Entérate! Incluso en el caso de que la indolencia, inseguridad o ineficacia de otras personas hayan contribuido a que te encuentres en una situación dolorosa o complicada para ti, tuya es también la responsabilidad de tomar las decisiones precisas para salir de ella. La filosofía oriental recomienda acostumbrarse a sustituir el “me han hecho” por el “me he hecho”, aunque, por supuesto, dirigido al autoanálisis para la mejora y no a la culpa. Es un buen ejercicio para madurar.

Siempre me ha llamado la atención cuando alguien que habla sobre su elevado nivel de colesterol, junto a este dato, añade la coletilla “es hereditario” :-) Aunque lo sea, puede que haya en ese enunciado una ligera sacudida de responsabilidad sobre su alimentación o estilo de vida, al menos de cara a los demás.

Una amiga terapeuta describía en su blog cómo algunos pacientes llegan con una gran necesidad de “repartir culpas” y solicitan que se bucee en quienes han intervenido en su infancia, en su círculo de relaciones o en su país para encontrar la causa de sus males. Cuando se les indica que tienen que comenzar por ellos mismos buscan a otro terapeuta que les dé la razón :-).

El origen de esta incapacidad de hacernos cargo de nosotros se encuentra casi siempre en una gran inseguridad, en una ausencia de fortaleza interior, que impide que tomemos las riendas de nuestra vida, fijando siempre la mirada en lo externo a nosotros. Sin embargo, cuando nos sentimos capaces de solucionar nuestros problemas y lo hacemos, somos un problema menos para el mundo. Los grandes conflictos del mundo son la suma de muchas irresponsabilidades individuales.