lunes, 23 de junio de 2008

El desapego


Cuando tenemos hambre o sed buscamos aquello que calme nuestra ansia, pero, una vez cubiertas nuestras necesidades momentáneas, volvemos a experimentar la sensación de vacío. Algo así sucede con los apegos en el ámbito de las relaciones humanas.
Si nos apegamos al reconocimiento y a la atención permanente de otros, tras conseguir ese objetivo más inmediato, quedamos nuevamente desiertos, porque lo que solicitamos y conseguimos es sólo amor de repuesto. Nuestra existencia gira, así, en torno a círculos de exigencia, posesión y vacío.
Sin embargo, cuando nos maravillamos de la vida y estamos agradecidos de ella nos sentimos plenos de amor. No reclamamos nada y podemos ofrecer todo. El desapego, la generosidad, nos devuelve gratuitamente más amor. Nuestra vida gira en torno a círculos de gratitud, plenitud y paz.
En el desapego no se pide, no se exige, y, sin embargo, se vive con sentimiento de abundancia y prosperidad.