sábado, 14 de junio de 2008

Los tiranos no sienten respeto por sí mismos


No saben que son príncipes, disfrazados de dragones. No saben que, con el tiempo, han ido perdiendo esa calidad humana con la que todos nacemos. Y como no lo saben… sufren. Los tiranos no sienten amor por sí mismos. Tan solo se sienten mal, y desean que quienes les acompañan también lo estén. Porque un tirano quiere encontrar fuera de sí lo mismo que tiene dentro, descontento, malestar.

Puedes dar con un tirano en tu propia casa, en tu trabajo y hasta en la perfumería de la esquina. Sí, ese señor con cara de pocos amigos que nunca tiene en su tienda lo que vas buscando, aunque lo tenga...

Hay tiranos de todo tipo. Están los reconocidos socialmente, a esos que se les llama “malas personas”, y aquéllos que son dóciles en determinados ambientes, normalmente en los que se sienten débiles, y que, sin embargo, si dominan un lugar más seguro para ellos se vuelven manipuladores y molestos. Éstos tampoco saben que son príncipes disfrazados de sapitos, pero lo son. Y sufren, y están descontentos con su vida, pero no saben por qué.

Van tirando, obteniendo la energía de aquellos a quienes admiran y, por ello, tiranizan. Y no saben por qué lo hacen. Quizá tan solo porque les ven felices. En algún momento de su vida sienten ciertos remordimientos por su comportamiento con sus víctimas, porque comprenden que ellos no se lo merecen, pero prefieren seguir chupando la sangre a quienes ven bondadosos, pero vulnerables. Es una manera cómoda de descargarse.
Son príncipes disfrazados de dragones y sapitos, que encontrarían su reinado tan sólo con buscar dentro de sí lo que tienen dormido.
Y es una pena que retrasen la búsqueda, porque, si lo hicieran, lograrían tener lucidez, equilibrio, seguridad, sensibilidad ante los problemas ajenos, alegría ante los éxitos, espíritu de colaboración, capacidad para contagiar emociones positivas, para motivar y contribuir a extraer lo mejor del otro, facilidad de comunicación con todos los seres humanos
y para percibir lo mejor de ellos y de sí mismos.
Gozarían de mirada limpia, rostro sereno y caminar sosegado.
Y ya no sufrirían, ni harían sufrir a nadie más.