En perfecto castellano, Tolle volvió a fascinarme por la sencillez de sus palabras y, a la vez, por la profundidad de su contenido. Explicaba lúcidamente la base de todos sus escritos: no existe otra cosa que el ahora. Buscamos estudios científicos que nos expliquen el funcionamiento del cerebro y del mundo, métodos y dogmas que nos lleven a la felicidad y nos marquen la senda hacia una vida plena, y, sin embargo, hay algo extremadamente sencillo que nos serena y que nos resulta muy difícil practicar en el día a día: la permanencia en el presente, sin que los pensamientos repetitivos nos distraigan de él. Es evidente, el ayer fue ahora y el mañana será ahora, porque lo único que tenemos es el momento en el que estamos y somos. Cuando razonamos esta idea nos sentimos bien, porque vemos con claridad que esto es así, y todo el mundo lo entiende. Sin embargo, nos cuesta retener esta evidencia mucho tiempo, mejor dicho, la soltamos en el mismo instante en que nuestra mente se dispersa en “problemas” creados por ella misma. Tolle tiene la solución. Sabe el porqué de esa dispersión. Aquí os dejo algunas de las frases (más o menos textuales), que iba anotando, a medida que le escuchaba:
Problema:
“El ser humano se identifica con los pensamientos, y no sabe que hay dentro de él una dimensión mucho más profunda”.
“Nos identificamos con el diálogo interior de lo que represento, de lo que pienso, con nuestra pequeña historia personal”.
“El falso “yo” vive en permanente estado de insatisfacción. Cree que el futuro es más importante que el presente, porque considera que le servirá para completarse, y nunca se ve lleno, creando así una enfermedad: el estrés”. Bromea diciendo que la palabra "estrés" se ha adoptado en español, porque no ha dado tiempo a crear otro término semejante :-)
Solución:
“Tienes la capacidad de ir más allá de tu pensamiento”.
“Has de llegar a un estado de alerta consciente, de inteligencia no condicionada, que te permita vivir el ahora y ser feliz en él”.
“Podrás vivir así la dimensión del mundo y la espiritual de forma paralela”.
“Vive sin interpretar el momento. Sólo vívelo”.
Los niños pequeños y los animales no están condicionados por los pensamientos, afirma. Por eso nos magnetizan, porque no vemos en ellos una mirada de juicio ni tampoco dirigida hacia el tiempo psicológico, el inventado: el pasado y el fututo.
Cita una frase que vio en la pegatina de un coche: “Dios, conviérteme en el ser humano que mi perro cree que soy”. :-)