El título de esta entrada fue repetido en varias ocasiones en un documental que he visto recientemente en TV2. El cerebro está en constante estado de flujo. La células nerviosas pueden crear nuevas conexiones cuando sea necesario y las conexiones que no se hacen, se pierden.
El estrés también influye en ese proceso de aprendizaje y desarrolo cerebral. El estrés puede dejar marca en la red neuronal del cerebro, y positivamente, ayudándonos a aprender. En el lóbulo prefrontal, la amígdala y el hipocampo se producen más conexiones cuando hay estrés, aunque ya sabemos que no debe sobrepasar cierto límite.
El sueño es esencial para almacenar datos a largo plazo. Es reparador y permite resolver problemas que antes del descanso nos resultaba imposible (se hablaba de ejercicios matemáticos incluso).
Aprendemos también de hechos que nos han marcado emocionalmente. Recordamos lo más emotivo, aunque nuestro intenso recuerdo no se corresponde con la realidad exacta, creemos que recordamos todos los detalles, pero al guiarnos por las emociones no es así.
Se libera dopamina sólo cuando el cerebro ha aprendido sólo cosas nuevas y esto produce una sensación positiva, porque, al comprobar que lo hemos hecho por nosotros mismos, es como si el cerebro recibiera un premio, y así nos sentimos motivados para aprender más.
En ese momento en el que el cerebro se recompensa a sí mismo, se enciende una "bombilla" y vemos el mundo con otros ojos. Conseguido esto, nuestra disposición es otra, porque ya la verdedera recompensa es el placer de aprender.
Ese sistema cerebral de recompensa puede reforzarse mediante el ejercicio físico, ya que estimula la liberación de dicho neurotransmisor, la dopamina.
El aprendizaje es un proceso constante de reestructuración cerebral. Y es muy estimulante comprobar que cuanto más utilizamos la máquina más producción positiva hay en nuestra vida.
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Para ampliar esta información, os recomiendo el libro de Joe Dispenza Desarrolla tu cerebro .
Lo reseñé en esta entrada