lunes, 3 de enero de 2011

Continúo con las cosas del querer…

Muchas personas piensan que quererse es ser egoísta, que quienes insistismos en la importancia de respetarse, de hacerse caso y de estar bien con uno mismo nos sentimos el centro del mundo y que no nos creamos nadie, que somos lo que somos porque nos relacionamos con otras personas (entonces, los otros, pienso yo ¿si son alguien?). Pero bueno, algo de razón les doy… aunque sólo en la esencia de la última parte, en que los seres humanos no somos los unos sin los otros, porque, además de necesitarnos en tantas ocasiones, somos LO MISMO (ahí ya... en estas mayúsculas, muchos de esos incrédulos... patinan :-).

Se equivocan cuando creen que quererse es ser egoísta, porque es justo lo contrario. No quererte es lo que te hace ser egoísta, porque, vacío de ti, tratas de llenarte con lo que ves fuera empleando “caridad”, reverencias y excesos para ganar el agradecimiento, el reconocimiento, el poder e, incluso, "el amor" de aquellos a quienes les estás pidiendo pareciendo que les das…

Considero tan importante asimilar esto que lo repetiré de mil formas distintas, porque prestarse toda la atención, el respeto y el amor que uno necesita es la raíz de una vida sana, digna, plena y generosa para con tus iguales.
La solución está, antes que en ninguna otra parte, dentro. No busquemos fuera.