Es curioso. Toda mi vida entre palabras, estudiando su etimología, semántica, sintaxis, ortografía… y no fui capaz de escribir nada que me llenara hasta que no tuve interés por conocerme. Recuerdo que cuando terminé la carrera redactaba cuentos, relatos y algún artículo que, una vez finalizados, me dejaban indiferente.
Con el paso del tiempo y algunos acontecimientos, devoré libros que me ofrecían lo que necesitaba para crecer. Después mi propia escritura comenzó a ser también terapia. Las yemas de mis dedos transmitían ansiosas los latidos de mi corazón y los caracteres comenzaron a pasearse por los espacios de la Red donde había otras personas que querían comunicarse también desde el alma.
Recuerdo con una emoción intensa aquellas conversaciones en el blog de Álex Rovira, donde esperaba impaciente las entradas de Álex para dejar mi opinión y leer con atención los distintos puntos de vista de Toni (que luego encontré "por casualidad" en la blogosfera), Margarita, Pau, Amapola, Empar y tantas otras personas con interés por aprender de todo y de todos y que también estaban atravesando momentos de cambio. Tanto es así que, una vez que Álex clausuró su blog, algunos de nosotros creamos un espacio cerrado en la Red, en el que interaccionábamos y compartíamos con total libertad y generosidad.
Finalizada esa etapa, recorrí otros foros tras el rastro de más buceadores de sí mismos. Me encontré con personas que vibraban en el mismo campo, y conocí a gente muy profunda de la que aprendí y continúo aprendiendo (Itziar, Sergio …). Mi querida Itziar, se ha ido de nuestro lado hace poco tiempo, aunque vive en mí no sólo por su recuerdo, sino porque también, en muchas ocasiones, siento su presencia. Dejó su huella en este blog con este escrito, YO ¿SOY?, que me regaló con cariño (no te arrepentirás de leerlo).
Todo esto transcurrió en unos cinco años, y hoy día no más de ocho o nueve. Por entonces, no tenía la impresión de estar escribiendo, sino de estar abriéndome a un nuevo modo de pensar y vivir que me hacía sentir bien. Pero había guardado en un archivo toda mi experiencia interna plasmada en tantos intercambios con personas que no conocía físicamente, de las que que poco sabía ni precisaba saber de su vida privada, pero con las que había profundizado como no lo había hecho antes con nadie.
En un momento dado, me di cuenta de que, además de terapia, había creatividad en mis escritos. Consideré que podían ser publicados y que, dado que partían de una experiencia de evolución interior real, podían aportar algo a determinadas personas que, como yo hacía unos años, estaban sedientas de palabras curativas.
Se dieron las circunstancias que tenían que darse -porque las cosas suceden de la mejor forma cuando recobras la confianza en ti y te proyectas hacia algo- para que las palabras que reuní a modo de libro llegaran a la editorial Obelisco, una editorial diferente, que apostó por mí y tuvo la sensibilidad de captar la esencia de mis escritos.
Y así salió al mercado Palabras para el Bienestar. Me siento orgullosa de saber que este libro ha supuesto algo en la vida de muchas personas. Eso mismo me animó a comenzar el segundo libro El don de vivir como uno quiere, en el que ya podía reflejar que querer conocerse más a fondo no sólo servía para armonizarse, sino también para explorar el talento y ofrecerlo al mundo. Y que es posible superarse a uno mismo mientras se disfruta de ello.
Entre tanto, elaboré este blog (primero abierto a la conversación con tantas personas afines a mí y ahora, en una época más reflexiva, a la lectura), la prosa contenida de Twitter, una novela de humor inacabada y compartida (que verá la luz algún día), artículos, citas, cuentos y el tercer libro que reviso y reviso hasta que lo que quiero decir sea dicho de la manera más precisa.
En los dos primeros libros me he apoyado en numerosas citas. Necesitaba sentirme arropada. En este último incluiré muy pocas. Me siento más segura, aunque muy consciente de lo que me queda por aprender.
Leo mis libros y escritos anteriores y, como es lógico, cambiaría algunas cosas, pero me recorre la inmensa alegría de saber que no son sólo palabras lo que hay en ellos, sino también muchos sentimientos y pensamientos que reflejan la etapa más trascendental de mi propia vida.