La inseguridad extrema se convierte en patología. Lo he visto en varias personas. Por eso no soportan que les quites la razón, porque sienten que la están perdiendo y, por eso mismo, se tornan autoritarios, inflexibles y agresivos, porque se sustentan en unas creencias ancladas fuera de sí mismos; si les mueves esas fijaciones, que se tambalean ante cualquier acontecimiento también exterior, se aferran al poder que tengan en ese momento y se nos presentan como seres crueles. Y para su locura no hay más que una medicina: píldoras de amor por uno mismo.
La confianza en uno mismo, el respeto por uno mismo, la mirada interior... son sinónimos de salud física y mental. No me canso de decirlo. La paz interior nos hace flexibles, comprensivos, fáciles de tratar.
“¡Qué mala persona es!”, se dice, refiriéndose a este tipo de personas con esta "patología". Cuando lo escucho, siempre pienso que no es ese el problema, sino la poca atención que se prestan a sí mismas.