Hay muchas personas que no están haciendo lo que les gustaría hacer en la vida. Parece como si tuvieran que romper paredes de hierro para conseguirlo. Lo ven imposible. O ni siquiera ven que puedan permitírselo. Es tal la costumbre de caminar en dirección contraria a sus deseos que se sienten impotentes; se autoengañan, ponen excusas a todos los mensajes, las señales, las alertas que les llegan en forma de desencanto interior, problemas de salud, conflictos con otras personas... Son avisos de que van contra corriente, de que no hay alegría en ellos, de que les inquieta su futuro porque no le ven sentido a su presente…
Puede que tú mismo, que estás leyendo esta entrada, asientas. Tal vez te reconforta saberte comprendido; he expresado lo que pasa por tu cabeza tantas veces... pero, quizás, por el momento, no hagas nada por salir de ese regodeo negativo en tu mal; reposas lánguidamente en tu estancamiento y te dejas llevar por lo que otros te ordenan (tu jefe, tu mujer, tu marido y hasta tus hijos). Tú has nacido para que manden en tu vida. Es cómodo, aunque te vaya llevando, poco a poco, a un sendero gris, lento, con pequeños picos de entusiasmo, que se desvanecen cuando, ante el espejo, adivinas tras tu primera apariencia (de persona estándar, con una existencia estándar), triste, a tu verdadero Yo.
En algún momento lúcido tu “Yo” triste se ha superpuesto a la imagen de tu apariencia alegre, y te has llegado a preguntar ¿Cómo salgo de aquí? ¿Cómo lo hago?
Eso sólo lo sabes tú.
Yo te aseguro que debes hacerlo. Si has continuado leyendo este mensaje, sin darle a la equis de la pantalla, cuando te has encontrado con la palabra “autoengaño”, ya has avanzado algo, y más aún si te has reconocido en estas palabras y sentido la necesidad de buscar algo más que te liberara de lo que expresan.
Ese “darse cuenta” es el inicio de un cambio a una mejor vida, una bofetada a la indiferencia. A partir de ahí, entrarás en un proceso de renovación interna, mediante el que podrás comprender que tú puedes, que sabes para lo que estás preparado o, al menos, dispuesto, que tienes interés por planificar, por trabajar y conseguir lo que comprendes que contribuirá a que tu “Yo” apagado recobre la luz.
Puede que tú mismo, que estás leyendo esta entrada, asientas. Tal vez te reconforta saberte comprendido; he expresado lo que pasa por tu cabeza tantas veces... pero, quizás, por el momento, no hagas nada por salir de ese regodeo negativo en tu mal; reposas lánguidamente en tu estancamiento y te dejas llevar por lo que otros te ordenan (tu jefe, tu mujer, tu marido y hasta tus hijos). Tú has nacido para que manden en tu vida. Es cómodo, aunque te vaya llevando, poco a poco, a un sendero gris, lento, con pequeños picos de entusiasmo, que se desvanecen cuando, ante el espejo, adivinas tras tu primera apariencia (de persona estándar, con una existencia estándar), triste, a tu verdadero Yo.
En algún momento lúcido tu “Yo” triste se ha superpuesto a la imagen de tu apariencia alegre, y te has llegado a preguntar ¿Cómo salgo de aquí? ¿Cómo lo hago?
Eso sólo lo sabes tú.
Yo te aseguro que debes hacerlo. Si has continuado leyendo este mensaje, sin darle a la equis de la pantalla, cuando te has encontrado con la palabra “autoengaño”, ya has avanzado algo, y más aún si te has reconocido en estas palabras y sentido la necesidad de buscar algo más que te liberara de lo que expresan.
Ese “darse cuenta” es el inicio de un cambio a una mejor vida, una bofetada a la indiferencia. A partir de ahí, entrarás en un proceso de renovación interna, mediante el que podrás comprender que tú puedes, que sabes para lo que estás preparado o, al menos, dispuesto, que tienes interés por planificar, por trabajar y conseguir lo que comprendes que contribuirá a que tu “Yo” apagado recobre la luz.
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P.D Escribí este texto hace tiempo para incluirlo en mi nuevo libro; ahora lo he adaptado para el blog. No incluí estas palabras en concreto, aunque sí otras en esta sintonía.
En dos o tres días os “veo”. Tengo cosillas que hacer de las que ya os informaré ;-)