El desarrollo de la espiritualidad nos otorga la verdadera libertad, la de Ser; la de experimentar lo que la vida nos muestra -sea del cariz que sea- y mantenernos serenos, porque nos sostiene la más potente de las plataformas: la bondad, la inteligencia infinita, desarrollada desde dentro hacia afuera. “El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad”, dijo Beethoven.
Es inteligente valorar lo que sucede y, si no merece la pena, dejarlo ir. Situarnos sobre el puente de la vida y percibir cómo arrastra nuestro pesar el agua cristalina. Es, como aconseja Tolle, esa facultad para escuchar el sonido de una sirena de ambulancia y no retenerlo, que sólo te traspase, sin que tu estómago se encoja, sin que tus células sufran. Es permitir que lo tóxico pase a través de tu cuerpo, de tus sentidos y de tu mente sin dejar dolor, sino enseñanzas.
Es inteligente valorar lo que sucede y, si no merece la pena, dejarlo ir. Situarnos sobre el puente de la vida y percibir cómo arrastra nuestro pesar el agua cristalina. Es, como aconseja Tolle, esa facultad para escuchar el sonido de una sirena de ambulancia y no retenerlo, que sólo te traspase, sin que tu estómago se encoja, sin que tus células sufran. Es permitir que lo tóxico pase a través de tu cuerpo, de tus sentidos y de tu mente sin dejar dolor, sino enseñanzas.