miércoles, 4 de noviembre de 2009

POESÍA



Le tengo un gran respeto a la poesía. Someterme al orden de la métrica y la rima, abordando las características estéticas del lenguaje y, además, convirtiendo las palabras en esencia espiritual, es un gran reto para el que hay que estar muy preparado.

En el libro que estoy leyendo, Fluir, reseñado en esta entrada, se compara la lectura de un poema para la mente, con un tiempo dedicado a hacer ejercicio para el cuerpo. Leer poesía, señala, es ideal para dar forma a la conciencia. El autor invita a dejar de ser su consumidor pasivo y “ordenar la experiencia personal en verso”. En algún momento habrá que intentarlo.
Por ahora, aquí dejo, para vuestro disfrute y el mío, un profundo poema del gran Antonio Machado:
TRES CANTARES ENVIADOS A UNAMUNO EN 1913
I
Señor, me cansa la vida,
tengo la garganta ronca
de gritar sobre los mares,
la voz de la mar me asorda.
Señor, me cansa la vida
y el universo me ahoga.
Señor, me dejaste solo,
solo, con el mar a solas.
II
O tú y yo jugando estamos
al escondite, Señor,
o la voz con que te llamo
es tu voz.
III
Por todas partes te busco
sin encontrarte jamás,
y en todas partes te encuentro
sólo por irte a buscar.