viernes, 20 de noviembre de 2009

El árbol de las debilidades


Esta mañana he leído un manifiesto con motivo del “Día Internacional contra la violencia de género” (aunque será el próximo 25 de este mes). El acto se ha celebrado en el Ayuntamiento de mi pueblo, a instancias de la Delegación Provincial del Gobierno (Castilla y León). Ha sido un encuentro emotivo, en el que se ha recordado a las cuarenta y nueve mujeres que han perdido la vida este año, a manos de los que se dicen llamar “compañeros sentimentales”.
De regreso a casa, venía pensando en la raíz de todo este problema, y sólo lo encuentro en la debilidad interior de todos, de las víctimas, que no sienten su fortaleza y, por tanto, viven en la sumisión y el miedo y, por supuesto, en la pobreza de espíritu de los verdugos, que vuelcan su propia frustración en ellas, sirviéndose de la mayor de las cobardías: la fuerza bruta. En su caso, esa pobreza les ha llevado, incluso, a un desequilibrio mental del que no saben cómo escapar.
Y descendiendo en ese pozo de negrura… la mala educación, la flaqueza de quienes han dirigido deficientemente, desde niños, a esas pobres mujeres y hombres que de adultos se ven en ese bucle de violencia. Quizá, tampoco ellos tomaron conciencia de la importancia de trabajar sus carencias para poder dar ejemplo a sus descendientes, para hacerles sentir un profundo respeto por sí mismos y, por extensión, por el género humano.
Es tan necesario mirarse por dentro, que no hay un modo mejor de asegurar la convivencia humana en paz, entre otras tantas cosas…