Dedico este comentario a aquella persona que tuvo la genial idea de implantar la jornada continua. Para quien disfrute de ella todo el año, mi más sincera enhorabuena, porque podrá:
-Tener tiempo libre.
-Tener tiempo libre.
-Saber qué pasa en su casa y con su familia.
-Ahorrar en gasolina y teléfono.
-Practicar sus aficiones y desarrollar su capacidad creativa.
-Estar más relajado, y hacer la vida más agradable a aquellos con quienes convive.
-Ocupar efectivamente todo su tiempo en el trabajo, porque lo hará con mayor ímpetu y celeridad. Sabe que sólo tiene la mañana para ello.
-Desechar la rutina y el tedio que produce pasar todo el día encerrado, aún cuando te guste tu actividad laboral.
-Ofrecer buena cara cuando dé los buenos días en la empresa, y mejor aún cuando se despida con un feliz “hasta mañana”. Lo mismo le sucederá cuando se despida y entre en su casa.
-Sentir que trabaja para vivir, y lo hace satisfecho, pero también que vive para disfrutar, que para eso hemos venido al mundo.
La empresa, por su parte, notará estos beneficios personales en su rentabilidad, ahorrará gastos semifijos (disculpen los entendidos si éste no es el término correcto:-) y tendrá menos bajas laborales (este dato es un hecho). Además, se valorará a los empleados por su eficiencia y productividad, más que por su presencia.
Y a los que gozamos de esta jornada sólo durante un tiempo estival, disfrutemos de esta placentera vida que, aunque corta, nos hace sentir libres y tomar fuerzas para el resto de la temporada.
La empresa, por su parte, notará estos beneficios personales en su rentabilidad, ahorrará gastos semifijos (disculpen los entendidos si éste no es el término correcto:-) y tendrá menos bajas laborales (este dato es un hecho). Además, se valorará a los empleados por su eficiencia y productividad, más que por su presencia.
Y a los que gozamos de esta jornada sólo durante un tiempo estival, disfrutemos de esta placentera vida que, aunque corta, nos hace sentir libres y tomar fuerzas para el resto de la temporada.