Hace unos días, Nacho Fernández escribió en Twitter: "La flexibilidad es una hermosa
compañera en el camino de la vida, te puede ahorrar muchos disgustos sin
sentido".
Y así lo creo. Ser flexible es ser equilibrado, armónico,
empático, saberse poner en la piel del otro, comprender y perdonar también los errores propios,
relativizar, poner paz en la confusión.
Si eres flexible no temes
perder la razón, porque te identificas con lo que eres, no con lo que piensas.
Dispones la mente al servicio de la intuición y del corazón.
En la flexibilidad no hay
dualidad. Todo es lo mismo, neutro, verdad, pero también
puede ser mentira. En la flexibilidad no hay prejuicios, sino atención
consciente y disposición para aprender de todo y de todos.
La flexibilidad es suave y ligera, pero infinita y poderosa: abre caminos, cierra cicatrices. Puede transformar lo negativo en positivo, la separación, en unión.