Me he despertado a las tres de la madrugada. No es normal en mí. Tenía sed. En el silencio de la noche, escribo estas palabras mientras siento la vida en mí. Experimento el transcurrir infinito, efímero, aunque poderoso y creador, de este momento en el que mis dedos acarician las teclas generando signos que delatan el estado de mi alma. No hay miedo, ni barreras. Sólo el aquí y ahora de este instante bello, donde soy una con la cálida oscuridad del cielo y me mimetizo con la nada y con el todo.