Comparto esta entrevista de La Contra en la que el filólogo y ensayista José Carlos Aranda, autor de El libro de la gramática vital, ofrece un derroche de sabiduría en dos campos, para mí apasionantes, que enlaza con maestría en sus respuestas: la gramática y la vida.
¿Qué tiene que ver la gramática con la vida?
Nuestros actos están determinados por nuestros pensamientos, que formulamos con palabras, frases, oraciones...
¿El habla me condiciona?
Del dominio del lenguaje depende nuestra capacidad de elaborar reflexiones más o menos profundas y producir actos combinados. Imagine que suprimiéramos el yo.
¿Nuestra realidad cambiaría?
La individualidad sería impensable. Viviríamos en el universo de las hormigas.
La vida humana está llena de incoherencia, lapsus, errores...
Sí, pero la incoherencia en la vida conduce a la frustración y a la infelicidad de la misma forma que la incoherencia gramatical conduce a una frase sin sentido.
Nuestros actos nos definen.
Nuestra vida es una novela. Los actos y decisiones diarias son la tinta indeleble con la que escribimos su argumento.
Los actos son también el camino que ofreces a los demás para comprenderte.
Así es, yo no puedo juzgar tus pensamientos porque no los oigo, sólo tus palabras. De la misma forma, yo no puedo juzgar tus intenciones, sólo tus actos, que es lo que veo, y a través de ellos compongo tu imagen.
¿Existe una gramática de la felicidad?
Sí, cuando mi proyecto de ser y mis actos caminan en la misma dirección.
De acuerdo, ¿pero qué tiene que ver con la gramática?
En la lengua antes de hablar tienes que saber qué quieres decir: en la vida antes de vivir tienes que saber qué quieres ser.
Pues lo saben bien pocos…
Hay que desprenderse de todo para mirarse a uno mismo y comprender que lo primero es la propia existencia, y que si no te tienes a ti mismo no tienes nada. Hay un proyecto de ser que preexiste, está en el pensamiento.
¿Cómo descubrirlo?
Coja papel y lápiz y describa al detalle cómo desearía que fuera el hijo de sus sueños: deportista, intelectual, artista, con fe, sin fe… Acaba de definir su propio ideal, el que no alcanza por las vicisitudes, el que no se atreve a buscar.
No nos atrevemos porque las cosas sean difíciles, sino que son difíciles porque no nos atrevemos, decía Séneca.
Muy a menudo somos elefantes de circo: una experiencia inoportuna nos condena a un estado de frustración y nos impide tener la valentía de actuar en la vida.
¿Qué tienen que ver los elefantes?
En los circos ambulantes los ataban a una estaca, sólo tenían que tirar un poco para liberarse, pero no lo hacían porque ya lo intentaron de pequeños y de adultos seguían pensando que era imposible.
Entiendo.
Debemos ser muy conscientes de que la lengua es el sistema operativo que instalamos en cada mente al nacer. Un mal ordenador con un buen sistema operativo da muchísimos mejores resultados que a la inversa.
La genética también nos determina.
Sí, y mis circunstancias son mi realidad, pero sobre ambas está mi voluntad, mi pasión por ser. Lo que yo toco se transforma en función de mi deseo de ser. La realidad es la piedra, dásela a un arriero cansado y hará un asiento, dásela a Miguel Ángel y hará La Piedad. Estamos hablando de una misma realidad, ¿qué la transforma?... El telos de Aristóteles, la esencia en el ser que comporta un destino.
No somos los autores exclusivos de nuestro propio personaje.
La realidad actúa en mí en función de cómo yo la concibo y cómo la manejo.
Nuestros actos están determinados por nuestros pensamientos, que formulamos con palabras, frases, oraciones...
¿El habla me condiciona?
Del dominio del lenguaje depende nuestra capacidad de elaborar reflexiones más o menos profundas y producir actos combinados. Imagine que suprimiéramos el yo.
¿Nuestra realidad cambiaría?
La individualidad sería impensable. Viviríamos en el universo de las hormigas.
La vida humana está llena de incoherencia, lapsus, errores...
Sí, pero la incoherencia en la vida conduce a la frustración y a la infelicidad de la misma forma que la incoherencia gramatical conduce a una frase sin sentido.
Nuestros actos nos definen.
Nuestra vida es una novela. Los actos y decisiones diarias son la tinta indeleble con la que escribimos su argumento.
Los actos son también el camino que ofreces a los demás para comprenderte.
Así es, yo no puedo juzgar tus pensamientos porque no los oigo, sólo tus palabras. De la misma forma, yo no puedo juzgar tus intenciones, sólo tus actos, que es lo que veo, y a través de ellos compongo tu imagen.
¿Existe una gramática de la felicidad?
Sí, cuando mi proyecto de ser y mis actos caminan en la misma dirección.
De acuerdo, ¿pero qué tiene que ver con la gramática?
En la lengua antes de hablar tienes que saber qué quieres decir: en la vida antes de vivir tienes que saber qué quieres ser.
Pues lo saben bien pocos…
Hay que desprenderse de todo para mirarse a uno mismo y comprender que lo primero es la propia existencia, y que si no te tienes a ti mismo no tienes nada. Hay un proyecto de ser que preexiste, está en el pensamiento.
¿Cómo descubrirlo?
Coja papel y lápiz y describa al detalle cómo desearía que fuera el hijo de sus sueños: deportista, intelectual, artista, con fe, sin fe… Acaba de definir su propio ideal, el que no alcanza por las vicisitudes, el que no se atreve a buscar.
No nos atrevemos porque las cosas sean difíciles, sino que son difíciles porque no nos atrevemos, decía Séneca.
Muy a menudo somos elefantes de circo: una experiencia inoportuna nos condena a un estado de frustración y nos impide tener la valentía de actuar en la vida.
¿Qué tienen que ver los elefantes?
En los circos ambulantes los ataban a una estaca, sólo tenían que tirar un poco para liberarse, pero no lo hacían porque ya lo intentaron de pequeños y de adultos seguían pensando que era imposible.
Entiendo.
Debemos ser muy conscientes de que la lengua es el sistema operativo que instalamos en cada mente al nacer. Un mal ordenador con un buen sistema operativo da muchísimos mejores resultados que a la inversa.
La genética también nos determina.
Sí, y mis circunstancias son mi realidad, pero sobre ambas está mi voluntad, mi pasión por ser. Lo que yo toco se transforma en función de mi deseo de ser. La realidad es la piedra, dásela a un arriero cansado y hará un asiento, dásela a Miguel Ángel y hará La Piedad. Estamos hablando de una misma realidad, ¿qué la transforma?... El telos de Aristóteles, la esencia en el ser que comporta un destino.
No somos los autores exclusivos de nuestro propio personaje.
La realidad actúa en mí en función de cómo yo la concibo y cómo la manejo.
¿Pero por qué esos impulsos negativos que nos impiden disfrutar?
Los malos sentimientos prosperan porque tenemos capacidad de sentir. La misma tierra que abona el rosal hace crecer la mala hierba, con lo cual habrá que estar muy atento, arrancarla cuando nace para que no se adueñe de nuestro espíritu.
Reglas para una buena sintaxis vital:
Coordinar nuestros actos en función de lo que pretendo ser en la vida. Y el principio de la linealidad, cada cosa en su momento: normalmente vivimos como en un trastero revuelto y hay que iluminar objeto por objeto, descomponer los tiempos, ser sólo madre cuando estás con tu hijo, ser sólo amante y amiga cuando estás con tu pareja...
¿Y usted a qué conclusión ha llegado?
Que podemos ser felices si trabajamos en ello. Hay que crear espacio y tiempos para reestructurar sentimientos y sensaciones, positivizar lo negativo. Decía un viejo indio: dentro de mí viven dos lobos, uno me lame la mano, el otro trata de morderme el cuello.
Reglas para una buena sintaxis vital:
Coordinar nuestros actos en función de lo que pretendo ser en la vida. Y el principio de la linealidad, cada cosa en su momento: normalmente vivimos como en un trastero revuelto y hay que iluminar objeto por objeto, descomponer los tiempos, ser sólo madre cuando estás con tu hijo, ser sólo amante y amiga cuando estás con tu pareja...
¿Y usted a qué conclusión ha llegado?
Que podemos ser felices si trabajamos en ello. Hay que crear espacio y tiempos para reestructurar sentimientos y sensaciones, positivizar lo negativo. Decía un viejo indio: dentro de mí viven dos lobos, uno me lame la mano, el otro trata de morderme el cuello.
¿Quién ganará?
Aquel que yo alimente.
¿Qué hacer con la falta de autoestima?
La única solución es volver al origen: la respiración, ir a lo esencial para descubrir que lo maravilloso es que estás vivo. Y si te has fallado a ti mismo, busca tu reflejo en los demás, porque te darán una imagen de ti mismo mucho más real que la que tú tienes.
¿Qué intenta darle a sus alumnos?
Yo no tengo nada mejor que dar que a mí mismo, el conocimiento es una excusa.
¿Qué necesitan?
Cariño, sinceridad y que se les hable claro; y enseñarles a combinar. Muchas veces perdemos la oportunidad de realizar las cosas porque queremos que la realidad se adecue a la visión que tenemos de lo que debe ser. Mejor combinar los elementos de que dispongo para acercarme a mis objetivos.
¿Qué hacer con la falta de autoestima?
La única solución es volver al origen: la respiración, ir a lo esencial para descubrir que lo maravilloso es que estás vivo. Y si te has fallado a ti mismo, busca tu reflejo en los demás, porque te darán una imagen de ti mismo mucho más real que la que tú tienes.
¿Qué intenta darle a sus alumnos?
Yo no tengo nada mejor que dar que a mí mismo, el conocimiento es una excusa.
¿Qué necesitan?
Cariño, sinceridad y que se les hable claro; y enseñarles a combinar. Muchas veces perdemos la oportunidad de realizar las cosas porque queremos que la realidad se adecue a la visión que tenemos de lo que debe ser. Mejor combinar los elementos de que dispongo para acercarme a mis objetivos.
Más sobre José Carlos Aranda en su BLOG (recomiendo con vehemencia la lectura de la entrada sobre la presentación del citado libro, a cargo de Manuel Pimentel).