"Cada instante en que percibas una emoción, una leve irritación, un rechazo, un sentimiento sutil de ansiedad, o incluso una leve presión, prisa, desidia, un atisbo de tristeza o un avasallador deseo de algo, párate para recoger silenciosamente el mensaje que hay tras esa energía. Enfócate en tu cuerpo y en tu respiración. Honra el mensaje, sintiéndolo intensamente con toda tu atención.Vacía tu mente, llena todo tu cuerpo de conciencia presente, y di para tus adentros: "yo siento" repetidamente.
No pienses sobre lo que sientes. Por ejemplo, si has percibido que te sientes decaído y triste, no busques una causa ni pienses sobre la tristeza. No digas "Yo siento tristeza": Eso es evidente. No hace falta decirlo, es inútil pensar en eso ahora. Pero, además, el pensamiento haría que la energía se multiplicase, el sentimiento aumentaría artificialmente y perderías su verdadera dimensión espontánea. Vacía tu mente mediante la repetición del "yo siento" y pon toda tu atención en el cuerpo y la respiración. Acepta la energía tal y como es en este momento.
No necesitas hacer ningún análisis sobre la causa de cada emoción o sentimiento, sino que, con el paso del tiempo, al sensibilizarte desde el centro de tu conciencia y de tu presencia limpia, sabrás todo lo que hay que saber, sin ninguna necesidad de razonamiento, como un sentir de evidencia, por acceso directo al conocimiento.
¿Sientes tristeza, decepción, dolor? Pues dedícate todo tú a sentirlo. Vamos a ver qué es eso realmente, a experimentar sin miedo eso que llamamos tristeza. Un vez que estés sintiendo ya no le des nombre. Estás tú y tu sentir. No hace falta más.
¿Sientes miedo, inseguridad, inquietud o desconfianza? Pon toda tu conciencia en ver cómo se muestra esto en tu cuerpo. Si llegan pensamientos, déjalos a un lado sin proporcionarlos energía, sin enredarte en ellos, regresa simplemente a la clave "yo siento". Honra tu sentimiento parando su actividad. Verás que el mensajero es inofensivo tan solo si lo atiendes sin los pensamientos dramáticos. Sólo es energía. Es emoción. Es neutra. Es inofensiva. Siéntela.
¿Sientes ansiedad, necesidad compulsiva, deseo? Respira, atiende a tu cuerpo. Pon toda tu presencia en esa energía nerviosa, en esa vibración, ese calor, retira nombres, etiquetas y pensamientos y recoge el mensaje sentido en tu cuerpo sin palabras. Entrégate a sentir, desconectándote de los procesos mentales.
¿Sientes rabia, ira, odio, ataque mental? Párate y siente todo eso, encuentra esa bolsa energética en tu cuerpo y atiéndela sin temor, ni juicio, ni crítica ni huida. Acéptala, está aquí y es lo que hay. Estate con eso un rato.
Esto es experimentar verdaderamente. Este es el camino por el cual nos hacemos verdaderamente conscientes y responsables. Ésta es la meditación de la vida.
Este entrenamiento, al igual que muchos de los anteriores y los siguientes, va directamente contra la corriente de la programación mental. Por eso, en un primer momento volverán las defensas habituales de tu mente pensante. La voz surgirá y te dirá: "esto de sentir sin pensar es muy difícil" o bien "No sirve para nada, el dolor sigue ahí". Si haces caso a esa voz en lugar de a la energía, pronto arruinarás el ejercicio.
Como práctica habitual alternativa, presta atención también a las sensaciones físicas. Si, tras un esfuerzo, tu cuerpo está agitado, cansado y jadenate, di para tus adentros "yo siento" y honra la sensación corporal. En la ducha, cuando corra el agua por tu cuerpo, entrégate también al "yo siento". En cualquier momento de placer, en las caricias, y muy especialmente cuando abraces a seres queridos, recuerda este ejercicio. Haz un hábito consciente de tu voluntad de sentir en profundidad la vida y todo lo que te traiga.