Recuerdo perfectamente el día (e incluso el instante) en el que me di cuenta de que tenía que cambiar muchas cosas dentro de mí para experimentar la vida con mayor plenitud. En ello estoy aún, con humildad, pero creo que con más seguridad.
Echo la vista hacia atrás y me percibo tal y como veo ahora a otras personas. He de volver a ese recuerdo cuando me pregunto ¿por qué no se responsabilizan de una vez de su vida?
¿Por qué no lo hacía yo? Pues… porque no sabía que tenía que hacerlo, porque no podía o porque no había llegado mi momento para ello.
No somos quién para juzgar a nadie, sin antes mirarnos (que no juzgarnos) a nosotros mismos.