sábado, 26 de junio de 2010

Las cosas son como queremos que sean


No hace mucho recibí una mala noticia, y ésta es la escalera de emociones que fui subiendo mientras la digería:

- Tristeza.
- Indignación.
- Rabia.
- Ligera calma.
- Análisis.
- Aceptación, no resistencia.
- Serenidad.
- Búsqueda de soluciones.
- Aprendizaje.

Un par de horas después, fui a comprar algunas cosas al súper. Entre ellas, unas galletas con chocolate. Debía dejarlas algunas horas en el coche, así que, para evitar que se derritiera el chocolate, pensé en una solución: compraría un paquete de lomitos de merluza congelados y los adjuntaría a la bolsa de las galletas.

Inmediatamente después, me dí cuenta de que había un ligero inconveniente: tendría que cenar lomitos de merluza, quisiera o no :-)
Pero, enseguida, le encontré otra ventaja: ¡así no tengo que pensar en qué preparo de cena!

Todo es más fácil de lo que parece a primera vista, porque encontrar la claridad entre la oscuridad tiene mucho que ver con nuestro enfoque y con el interés que tengamos por aprender de cada experiencia.


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(Al cabo de unos días, he ido comprobando que aquella “mala” noticia se ha ido transformando; la he ido interpretando, y ha derivado en diversas consecuencias buenas).