Una entrada del blog de Joman, que también participa con sus comentarios en este blog (esto es lo que se denomina interactu- (o -accio)-ar , hablaba del proceso de reconocimiento a través de las palabras. Añadí a esa entrada un comentario con el párrafo del artículo “Errores”, de Juan José Milllás, que guardo desde hace tiempo, y que versa sobre los enigmas de las palabras. El artículo completo fue premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2002. Me conmovió leerlo en su día, y sigue haciéndolo ahora:
"El corazón mata, pero las palabras también. Si a usted, por ejemplo, le asignan la palabra mujer, corre el peligro de perecer a manos de un marido (llevamos 38 mujeres muertas en lo que va de año). Y si le asignan el término inmigrante, tiene bastantes posibilidades de ahogarse al cruzar el Estrecho en una balsa. Vamos al cardiólogo cuando nos duele el corazón, pero no se nos ocurre acudir al gramático cuando nos duele la vida. Y hacemos bien, porque lo cierto es que cada uno debería ser su propio gramático. Acabo de comprar una novela titulada Cuando éramos mayores, de Anne Tyler (Alfaguara), cuya primera frase dice así: 'Érase una vez una mujer que descubrió que se había convertido en la persona equivocada'. No puedo decirles cómo sigue porque llevo varios días intentando digerir ese comienzo tan terrible como esperanzador".