William Shakespeare
Cuando descubres que la grandeza le queda grande a alguien, y que, además, se vale de lo ajeno para "llenarse" (precisamente porque se siente pequeño en su propio traje) tienes la tentación de rebelarte, gritar y ponerle en el lugar que le corresponde. El ego te empuja a eso, pero, silenciosamente, el ser se acerca y le acaricia y le aplaca y le susurra al oído que no pasa nada, que todo está en orden, que sigas tu camino, que mantengas tu dignidad, porque quien tiene su ética bajo candado… ya encontrará la llave para dejarla salir cuando esté preparado. Ese es su trabajo, no el tuyo.
Hoy mi ego ha sido templado por mi ser; le ha serenado y le ha hecho comprender.