En una entrevista, Federico Mayor Zaragoza, Presidente de la Fundación para una Cultura de Paz, dijo, entre muchas otras frases cargadas de sensatez, ésta:
“Una sociedad que aplaza la adopción de medidas es una sociedad en decadencia”.
Considero que esa afirmación puede ser aplicable también a un ámbito menos genérico, refiriéndose, por ejemplo, a una empresa que posterga decisiones necesarias, a una familia que convive en conflicto sin poner soluciones y, por supuesto, ceñirse también a la individualidad:
“Una persona que aplaza la toma de conciencia sobre la responsabilidad de su vida está destinada al fracaso”.
Creo sinceramente que quien retrasa su propia movilización interior, cuando no está satisfecho consigo mismo o con lo que le rodea, lo hace porque desconoce (y, por tanto, teme) los resultados. Sin embargo, no hay nada que temer, y sí mucho que obtener. No hay nada que proporcione más estabilidad y felicidad que ser valiente e ir en busca de ti mismo para conocer verdaderamente quien eres y lo que deseas en esta vida. Es mucho más difícil vivir escondiéndose que mirándose abiertamente. Es mucho más lastimoso buscar culpables a tus desdichas que saber que puedes elegir aquello que te va a proporcionar el verdadero bienestar.
Ese acto de valentía, que comienza desde el instante en que comprendes que sólo tienes que pensar por ti mismo, te conducirá a disfrutar de la belleza de la existencia y a llevar altivo y fuerte sus reveses, con la esperanza de que todo, absolutamente todo, incluso la muerte, tiene razón de ser.