Hace unos días pasé por delante de una tienda de muebles en cuyo escaparate aparecían destacadas grandes ofertas. Me llamó la atención, porque en esa tienda no suelen bajar los precios excesivamente, incluso en época de rebajas.
Entré en el local, di una vuelta y me encontré con una amable dependienta que me preguntó que si podía ayudarme. Le dije que, por el momento, sólo estaba dando una vuelta, que le agradecía su interés.
Tras ese cruce de palabras, me volví repentinamente hacia ella y, debió de traicionarme el subconsciente, porque le pregunté, sin tener por qué: "¿Por qué hay estas ofertas ahora?"
En el mismo instante en el que estaba haciendo la pregunta, me di cuenta del prejuicio que podía esconder (¿desconfianza?: taras... ¿suposición?: ruina...), pero ya me había metido yo solita en ese jardín... :-)
La dependienta, en el mismo tono amable, pero con cierto "rintintín", me respondió: "Es una oferta. ¿No le gusta?".
"Sí, sí... por supuesto", le indiqué ya de un modo consciente, sabiendo que en esta vida lo que das es lo que recibes...
Moraleja: si el Universo :-) pone ante ti una ganga, agradécela y no le saques punta, porque puedes, cuando menos, pincharte con ella. Lo que va... viene.