Aceptar lo que nos sucede es decir sí a lo que nos corresponde aprender, y esa es la mejor forma de prosperar. Resistirnos a lo que necesitamos vivir para evolucionar sólo nos lleva a la frustración, la mejor manera de estancarnos o de retroceder.
Escribo esto reconociendo que no todo es igual de sencillo de aceptar, pero incluso las circunstancias que menos quisiéramos vivir se llevan mucho mejor si no nos rebelamos ante ellas y buscamos qué es lo que nos quieren enseñar. Aceptación no es resignación. La resignación tiene un fondo de victimismo; la aceptación, de consciencia y fortaleza. La resignación es “¡Qué lo vamos a hacer! No hay nada que hacer”; la aceptación, “Asumo mi circunstancia y sé que, a partir de ahí, haré lo que deba hacer”.”