Completando la entrada anterior (2012) y para encontrar nuestra luz e irradiarla, nada como este texto que adjunto. Una buena reflexión de Osho, que he tomado del blog de Laura Foletto, Abrazar la Vida.
Una amiga me decía ayer algo parecido a lo que refleja este texto, pero resumido en una sola frase: “Esto de sentir la luz es lo que llaman Eternidad” (Gracias, Teresa, me llegó a lo más hondo:-)
“Amado Osho, cuando estamos sentados frente a ti escuchando tus palabras y sintiendo tu presencia, todo parece posible. Pero, cuando retornamos a nuestras condiciones de existencia cotidiana, las cosas no parecen tan sencillas. Nos dices que no debemos renunciar al mundo sino ser meditativos dentro del mismo. También, nos dices que debemos ser espontáneos y locos. ¿Cómo integrar las dos cosas sin alienar a nuestras familias, amigos, a la sociedad que nos rodea?
Una vez que comienzas a pensar en términos de cómo reconciliar dos contradicciones, siempre estarás en dificultades y pensarás en términos de concesión. ¿Qué voy a proponerte? Lo primero es estar siempre integrado por dentro y no pensar en ninguna integración externa; porque tú eres el punto de encuentro. Te sientas en silencio, solo. En la vida, tienes que estar activo, comprometido. El silencio y el compromiso son contradicciones, pero ambas características se reúnen en ti.
Si estás integrado, tu silencio y tu compromiso estarán integrados. Tu estar solo y tu estar con tu esposa, con tu marido, con tus amigos son dos aspectos, contradictorios, pero en ambos estás tú. Si estás integrado, serás feliz solo; si estás integrado, serás feliz con los demás. La felicidad será tu característica, que no depende de que estés solo o acompañado. El problema surge porque dependes de tu soledad para ser feliz.
No dependas. Sé feliz cuando estés solo. Deja que la dicha sea tu característica y, cuando pases de la soledad al compromiso, a la comunicación, a la relación, lleva contigo esta característica de alegría que se te dio en la soledad: llévala. Al comienzo, será difícil porque te olvidarás casi siempre. Será difícil por los olvidos, porque no estarás alerta permanentemente, pero poco a poco podrás transportar esa característica. Mientras no haces nada, te sientes feliz, cómodo. Esta comodidad debe transformarse en una característica tuya, en lugar de ser inactividad.
La gente siente que es feliz cuando se encuentra con amigos y entonces, cuando está sola, se aburre, se siente triste y necesita a alguien. Son extravertidos. El tipo opuesto es el de las personas introvertidas. Siempre que están solas, se sienten felices; cada vez que se encuentran con alguien, aparece la infelicidad. Ambos son esclavos de su tipo. El tipo es una esclavitud. Deberías liberarte del tipo. No debes ser ni extravertido ni introvertido, sino ambas cosas a la vez. Así, te liberas del tipo.
Entonces, ¿qué hacer? Nunca te quedes pegado a una situación. Siempre dirígete a la situación opuesta llevando tu cualidad. Esto es lo que hace la gente mundana dice: “si estas condiciones se cumplen, seré feliz”. Con lo cual la felicidad está sujeta a un condicionamiento. Para ti, esto será la disciplina: moverte de un polo al opuesto todo lo posible, tratando de llevar contigo tu integridad interior. Sentado en silencio, siente cuál es tu cualidad interior. Entonces, comprométete en actividades conservando dentro esa característica. Se te perderá muchas veces, pero no te preocupes. Entonces, no pueden enviarte al Infierno porque, aunque te manden, te llevarás tu rasgo de felicidad. Así, nunca tendrás miedo.
Si puedes transportar el rasgo de alegría de la soledad a la sociedad, de repente tomarás conciencia de un nuevo fenómeno: que la sociedad te ayuda a estar solo, que estar solo y el aislamiento te ayuda a relacionarte profundamente con la gente. Un hombre que nunca vivió en soledad no puede conocer la belleza de relacionarse.
Es necesaria la oposición para sentir: se transforma en algo contrastante. El día es hermoso porque existe la noche. La vida es tan hermosa porque está la muerte. El amor se transforma en una danza interior porque está el odio.
El silencio se vuelve más silencioso cuando en el fondo hay ruidos. Hace sólo un instante, pasó un avión. Puedes verlo de dos maneras: si eres un hombre perturbado, en tu interior lo percibirás como una interrupción del silencio. Si estás integrado por dentro, el ruido del avión profundizará el silencio que aquí impera. El ruido se transforma en el fondo que le da forma y relieve al silencio. Le da nitidez al silencio. El silencio, una vez que ha pasado el avión, es mayor que antes. Depende de ti.
Siempre recuerda: no te vuelvas dependiente respecto de las cosas, de las situaciones, de las condiciones. Así podrás moverte. No evites el movimiento o te asfixiarás. Todos le temen al movimiento, porque son dependientes. No pueden salir de sus montañas, de su aislamiento al mundo del mercado porque saben que se sentirán molestos. ¿Qué clase de silencio es éste, que el mercado puede interrumpirlo? ¿Qué valor tiene?
Los opuestos no son verdaderamente opuestos. En el fondo, guardan una gran armonía; son partes de un mismo todo. Parecen ser dos cosas diferentes porque no nos hemos fijado en profundidad: se debe a nuestras miradas superficiales. Los opuestos ya se están reuniendo. No es necesario que trates de unirlos, de hacer la síntesis entre ellos. Tú no estás en armonía: ese es el problema.
Entonces, cuando estás sano y gozas de cierto bienestar, lleva ese bienestar contigo cuando estás enfermo o poco saludable. Te digo que la sensación de bienestar no depende de la salud, del cuerpo. Es posible llevar el bienestar con uno. Aún cuando estés gravemente enfermo. Conoces lo opuesto: aún cuando estás perfectamente saludable, conservas tu malestar. Así que también podrás hacerlo al revés.
Es una bendición tan grande estar vivo. Aunque sea por un solo instante, estar vivo y darse cuenta es demasiado. Te es dada una vida prolongada y muchas vidas y no lo agradeces porque, si no tienes nada que festejar, ¿cómo podrías sentir alguna gratitud? Completamente joven, vivo, pero por dentro conservas tu desdicha.
No trates de hacer una síntesis entre los polos opuestos de la vida. Sólo mantente integrado. Y, cuando digo esto, quiero decir: lo que sientas en la soledad, llévalo al centro mercantil. Más tarde o más temprano, las cosas se acomodarán a su propio ritmo. No es necesario que las acomodes: tú sólo acomódate a ti mismo. Acomódate y las cosas irán adoptando su propio orden. Una vez que te acomodas, el mundo se acomoda. Una vez que estás en armonía, el mundo todo queda en armonía.
Tienes en tu interior la Fuente de toda la vida. Estás relacionado con ella, eres uno con ella. Si los pájaros pueden estar contentos y cantar, tú también puedes porque es la misma fuente la que les aporta su dicha y su canto. La misma fuente está a tu disposición, pero de alguna manera has generado obstáculos. Y lo que ha ocurrido en la vida, todo este misterio, es tu herencia. Reclámala. La estás dejando de lado al no reclamarla, mientras sigues pidiendo. Allí tienes el imperio, que sigue desperdiciándose y esperando, mientras sigues pidiendo. ¡Reclámalo!
Esta es la forma en que se lo puede reclamar: mantente igual cuando te desplaces de un polo al opuesto. Esto es lo que Krishna dice en el Gita: “En el dolor o en el placer, sé el mismo; en el éxito o en el fracaso, sigue siendo el mismo. Pase lo que pase, deja que suceda y sigue siendo el mismo. Esta identidad te dará integridad”.
Una cosa: renunciar al mundo me parece horrible, porque implica renunciar a un don que Dios te ha otorgado. Tú no has creado la vida. Renunciar a esto iría en contra de Dios, porque es un rechazo. ¿Quién eres tú para elegir esto o aquello? Deja que suceda. El renunciamiento no es sino un escape. Porque estás herido, porque estás molesto, renuncias. Renuncias a la situación, no a la actitud que te lastima. Huyes al Himalaya, pero todo lo que estaba adentro de ti seguirá contigo. No habrá ninguna diferencia. Es un engaño. Sigue integrado, sigue callado, sigue alegre, deja que el mundo sea feliz. No te vayas al Himalaya: crea un Himalaya interior”.
Una amiga me decía ayer algo parecido a lo que refleja este texto, pero resumido en una sola frase: “Esto de sentir la luz es lo que llaman Eternidad” (Gracias, Teresa, me llegó a lo más hondo:-)
“Amado Osho, cuando estamos sentados frente a ti escuchando tus palabras y sintiendo tu presencia, todo parece posible. Pero, cuando retornamos a nuestras condiciones de existencia cotidiana, las cosas no parecen tan sencillas. Nos dices que no debemos renunciar al mundo sino ser meditativos dentro del mismo. También, nos dices que debemos ser espontáneos y locos. ¿Cómo integrar las dos cosas sin alienar a nuestras familias, amigos, a la sociedad que nos rodea?
Una vez que comienzas a pensar en términos de cómo reconciliar dos contradicciones, siempre estarás en dificultades y pensarás en términos de concesión. ¿Qué voy a proponerte? Lo primero es estar siempre integrado por dentro y no pensar en ninguna integración externa; porque tú eres el punto de encuentro. Te sientas en silencio, solo. En la vida, tienes que estar activo, comprometido. El silencio y el compromiso son contradicciones, pero ambas características se reúnen en ti.
Si estás integrado, tu silencio y tu compromiso estarán integrados. Tu estar solo y tu estar con tu esposa, con tu marido, con tus amigos son dos aspectos, contradictorios, pero en ambos estás tú. Si estás integrado, serás feliz solo; si estás integrado, serás feliz con los demás. La felicidad será tu característica, que no depende de que estés solo o acompañado. El problema surge porque dependes de tu soledad para ser feliz.
No dependas. Sé feliz cuando estés solo. Deja que la dicha sea tu característica y, cuando pases de la soledad al compromiso, a la comunicación, a la relación, lleva contigo esta característica de alegría que se te dio en la soledad: llévala. Al comienzo, será difícil porque te olvidarás casi siempre. Será difícil por los olvidos, porque no estarás alerta permanentemente, pero poco a poco podrás transportar esa característica. Mientras no haces nada, te sientes feliz, cómodo. Esta comodidad debe transformarse en una característica tuya, en lugar de ser inactividad.
La gente siente que es feliz cuando se encuentra con amigos y entonces, cuando está sola, se aburre, se siente triste y necesita a alguien. Son extravertidos. El tipo opuesto es el de las personas introvertidas. Siempre que están solas, se sienten felices; cada vez que se encuentran con alguien, aparece la infelicidad. Ambos son esclavos de su tipo. El tipo es una esclavitud. Deberías liberarte del tipo. No debes ser ni extravertido ni introvertido, sino ambas cosas a la vez. Así, te liberas del tipo.
Entonces, ¿qué hacer? Nunca te quedes pegado a una situación. Siempre dirígete a la situación opuesta llevando tu cualidad. Esto es lo que hace la gente mundana dice: “si estas condiciones se cumplen, seré feliz”. Con lo cual la felicidad está sujeta a un condicionamiento. Para ti, esto será la disciplina: moverte de un polo al opuesto todo lo posible, tratando de llevar contigo tu integridad interior. Sentado en silencio, siente cuál es tu cualidad interior. Entonces, comprométete en actividades conservando dentro esa característica. Se te perderá muchas veces, pero no te preocupes. Entonces, no pueden enviarte al Infierno porque, aunque te manden, te llevarás tu rasgo de felicidad. Así, nunca tendrás miedo.
Si puedes transportar el rasgo de alegría de la soledad a la sociedad, de repente tomarás conciencia de un nuevo fenómeno: que la sociedad te ayuda a estar solo, que estar solo y el aislamiento te ayuda a relacionarte profundamente con la gente. Un hombre que nunca vivió en soledad no puede conocer la belleza de relacionarse.
Es necesaria la oposición para sentir: se transforma en algo contrastante. El día es hermoso porque existe la noche. La vida es tan hermosa porque está la muerte. El amor se transforma en una danza interior porque está el odio.
El silencio se vuelve más silencioso cuando en el fondo hay ruidos. Hace sólo un instante, pasó un avión. Puedes verlo de dos maneras: si eres un hombre perturbado, en tu interior lo percibirás como una interrupción del silencio. Si estás integrado por dentro, el ruido del avión profundizará el silencio que aquí impera. El ruido se transforma en el fondo que le da forma y relieve al silencio. Le da nitidez al silencio. El silencio, una vez que ha pasado el avión, es mayor que antes. Depende de ti.
Siempre recuerda: no te vuelvas dependiente respecto de las cosas, de las situaciones, de las condiciones. Así podrás moverte. No evites el movimiento o te asfixiarás. Todos le temen al movimiento, porque son dependientes. No pueden salir de sus montañas, de su aislamiento al mundo del mercado porque saben que se sentirán molestos. ¿Qué clase de silencio es éste, que el mercado puede interrumpirlo? ¿Qué valor tiene?
Los opuestos no son verdaderamente opuestos. En el fondo, guardan una gran armonía; son partes de un mismo todo. Parecen ser dos cosas diferentes porque no nos hemos fijado en profundidad: se debe a nuestras miradas superficiales. Los opuestos ya se están reuniendo. No es necesario que trates de unirlos, de hacer la síntesis entre ellos. Tú no estás en armonía: ese es el problema.
Entonces, cuando estás sano y gozas de cierto bienestar, lleva ese bienestar contigo cuando estás enfermo o poco saludable. Te digo que la sensación de bienestar no depende de la salud, del cuerpo. Es posible llevar el bienestar con uno. Aún cuando estés gravemente enfermo. Conoces lo opuesto: aún cuando estás perfectamente saludable, conservas tu malestar. Así que también podrás hacerlo al revés.
Es una bendición tan grande estar vivo. Aunque sea por un solo instante, estar vivo y darse cuenta es demasiado. Te es dada una vida prolongada y muchas vidas y no lo agradeces porque, si no tienes nada que festejar, ¿cómo podrías sentir alguna gratitud? Completamente joven, vivo, pero por dentro conservas tu desdicha.
No trates de hacer una síntesis entre los polos opuestos de la vida. Sólo mantente integrado. Y, cuando digo esto, quiero decir: lo que sientas en la soledad, llévalo al centro mercantil. Más tarde o más temprano, las cosas se acomodarán a su propio ritmo. No es necesario que las acomodes: tú sólo acomódate a ti mismo. Acomódate y las cosas irán adoptando su propio orden. Una vez que te acomodas, el mundo se acomoda. Una vez que estás en armonía, el mundo todo queda en armonía.
Tienes en tu interior la Fuente de toda la vida. Estás relacionado con ella, eres uno con ella. Si los pájaros pueden estar contentos y cantar, tú también puedes porque es la misma fuente la que les aporta su dicha y su canto. La misma fuente está a tu disposición, pero de alguna manera has generado obstáculos. Y lo que ha ocurrido en la vida, todo este misterio, es tu herencia. Reclámala. La estás dejando de lado al no reclamarla, mientras sigues pidiendo. Allí tienes el imperio, que sigue desperdiciándose y esperando, mientras sigues pidiendo. ¡Reclámalo!
Esta es la forma en que se lo puede reclamar: mantente igual cuando te desplaces de un polo al opuesto. Esto es lo que Krishna dice en el Gita: “En el dolor o en el placer, sé el mismo; en el éxito o en el fracaso, sigue siendo el mismo. Pase lo que pase, deja que suceda y sigue siendo el mismo. Esta identidad te dará integridad”.
Una cosa: renunciar al mundo me parece horrible, porque implica renunciar a un don que Dios te ha otorgado. Tú no has creado la vida. Renunciar a esto iría en contra de Dios, porque es un rechazo. ¿Quién eres tú para elegir esto o aquello? Deja que suceda. El renunciamiento no es sino un escape. Porque estás herido, porque estás molesto, renuncias. Renuncias a la situación, no a la actitud que te lastima. Huyes al Himalaya, pero todo lo que estaba adentro de ti seguirá contigo. No habrá ninguna diferencia. Es un engaño. Sigue integrado, sigue callado, sigue alegre, deja que el mundo sea feliz. No te vayas al Himalaya: crea un Himalaya interior”.
(OSHO).