miércoles, 14 de julio de 2010

Neil Harbisson, concertista de colores


Hace unos días se publicó en La Contra una entrevista que me llamó la atención por su carácter científico, pero, sobre todo, por el espíritu innovador y luchador del entrevistado. Me encanta la gente que hace algo diferente, y más aún si es para superarse a sí mismo.

Se trata de un joven, Neil Harbisson, que sufre acromatopsia, un defecto de la visión que sólo permite ver el mundo en blanco y negro. Suple esa carencia “Mediante un ojo robótico que lleva colgado en la frente. Puede oír los colores y así identificarlos. El mundo es para él música constante. Todo lo que mira suena y todo lo que oye tiene color”, se indica en La Contra. Es lo que él mismo denomina en otra entrevista "Sonocromatopsia": partitura de colores. Como reza el título de la entrevista, hace de su defecto una virtud y, además, le pone toda la pasión:

“Ya que no podía zafarme del color, hice bachillerato artístico, y ahora me estoy convirtiendo en un colorólogo, me voy a dedicar toda la vida a la exploración del color”.

Aquí os dejo la entrevista completa:

“La virtud del defecto

Expone Sinfonía de colores en el espacio Tramart del grupo SGAE en Barcelona, donde muestra sus cuadros creados a partir de composiciones clásicas y cómo suenan las caras de personajes conocidos, así como muchas ciudades. En otoño implantará su ojo a cuatro cantantes para que puedan cantar colores, y en enero estrenará una coreografía sonocromática.

Neil Harbisson, primer cyborg de la historia, artista visual y compositor
"La veo en blanco y negro, pero la oigo en colores"
IMA SANCHÍS - 10/07/2010

27 años. Nací en Londres y vivo en Mataró. Licenciado en Composición y Piano. Soy un ciborg vegetariano, respeto la naturaleza. En el 2001 me subí a un árbol centenario para que no lo talaran. Creo en la serendipia. Creo que el tiempo no es lineal, podemos recordar el futuro

-¿Me ve en blanco y negro?

Sí, pero la oigo en colores.

-Curioso.

Percibo los colores igual de bien que la gente los ve. Mi percepción es microtonal, 360 notas dentro de una octava. Usted usa sólo 12 notas.

-¿Cuál es su color preferido?

El berenjena, su sonido es muy hermoso.

-¿Difícil una infancia en blanco y negro?

Confusa, porque no me diagnosticaron acromatopsia hasta los 11 años. Pensaba que veía los colores pero no sabía diferenciarlos.

-¿Tuvo problemas en el colegio?

Ser zurdo me hacía diferente, tener un nombre extranjero, ser vegetariano..., no ver los colores sólo era una rareza más. Mi relación con los colores ha sido de amor y odio.

-Entiendo.

Ignorar el color es imposible. No ha habido un solo día que no haya oído el nombre de un color, la gente los nombra, los lees por la calle, no hay poeta que no los haya usado, en cada asignatura hay códigos de color: en química, los mapas en geografía, en deporte, y hasta en la música. Es una exageración.
-Así que decidió dedicarse al color.

Ya que no podía zafarme del color, hice bachillerato artístico, y ahora me estoy convirtiendo en un colorólogo, me voy a dedicar toda la vida a la exploración del color.

-¿Cómo presentaba los trabajos?

Me permitieron hacerlos en escala de grises. Pero nunca olvidaré el primer día de clase. Fui al tutor y le dije: "Lo veo todo en blanco y negro", y me contestó: "Així, què collons fots aquí?!". Me quedé en blanco, ja, ja.

-...

Luego me fui a estudiar Composición Musical a Inglaterra, y la clase de cibernética aplicada al arte cambió mi vida. El profesor, Adam Montandon, habló de cómo la tecnología podía extender nuestros sentidos; le pregunté si podríamos crear algo para que yo viera los colores. Los médicos siempre me habían dicho que no, pero él me dijo que sí.
-¡Bien!

Utilizamos la física, convertimos frecuencias de colores en frecuencias audibles. Empezamos con 6 colores, y cuando mi cerebro los adaptó fuimos añadiendo hasta llegar a 360.

-¿Qué pasó la primera vez?

Fue una sensación increíble. Desde entonces, 22 de marzo del 2004, el ojo electrónico se ha convertido en una parte de mi cuerpo. El software se empezó a mezclar con mis sensaciones hasta convertirse en una extensión de mis sentidos.

-Se convirtió en un cyborg, reconocido por el Gobierno británico.

Tuve que renovar el pasaporte y envié la foto con mi ojo electrónico. Me la rechazaron. Alegué que formaba parte de mi cuerpo, presenté pruebas médicas, cartas de la universidad. Comenzó una campaña para defender mi condición de cyborg y acabaron aceptándolo: eso me permite que nadie me obligue a quitármelo.

-¿No puede separarse del ordenador?

En diciembre ya no lo necesitaré, me están construyendo un chip en la UPC. El próximo paso es percibir el ultravioleta y el infrarrojo, y así superar la visión humana.

-Su mundo ahora es más rico que el del resto de los mortales.

Vivo dentro de una composición musical. Al principio me costaba escuchar a la gente a la vez que los colores, que se mezclaban también con el sonido del timbre de los teléfonos que suenan verde y con los pib de la radio, que son turquesa. Tenía dolores de cabeza, pero el cerebro ha acabado separando la información de color y la de sonido.

-A partir de ahí empezó a crear.

Hago cuadros a partir de la música. Los colores de Beethoven son muy pop; Mozart, que es un compositor muy amarillo, si fuera pintor sería Van Gogh. Y Joan Miró se ha convertido para mí en un gran compositor, sus cuadros suenan muy bien.

-¿Cómo suenan los rostros humanos?

Cada uno suena diferente. Me interesó el del príncipe Carlos, y sorprende que Jordi Pujol y Nicole Kidman suenen parecido.

-¿Se ha perdido en la naturaleza?

Me interesa más cómo suena un supermercado, ¡tanta variedad de colores!, es como ir a un concierto. Y me encanta andar por las ciudades, que no son grises, tienen mucho más color que la naturaleza. Viajé a más de treinta países de Europa para averiguar los colores y sonidos de cada capital.

-¿Y qué oyó?

Lisboa es turquesa y amarillo claro, lo oí en cada calle; Madrid es un ámbar terracota; Mónaco es salmón y Londres es muy roja: los ladrillos de las casas, las cabinas, los autobuses que no paran de pasar...

-A usted le sobra la banda sonora.

Por eso voy a hacer cine, las películas para mí ya tienen banda sonora. Quiero crear la primera película sonocromática, haré la música escogiendo los colores de cada escena.

-La gente, para relajarse, mira el mar.

Sí, variaciones de do, muy relajantes.

-¿No se quita el ojo ni para dormir?

No, pero se me rompe con frecuencia.

-¿No se lo puede incrustar?

Me voy a implantar un imán para que el chip quede sujeto encima de la ceja. Entre el cráneo y el pelo existe un espacio en el que algunos se implantan silicona para parecer más altos, un mundo de posibilidades.

-Cuando coja un tenedor...

Se me pegará en la frente, ja, ja, ja, y si pierdo las llaves las encontraré rápido.