Estos lúcidos párrafos que muestro a continuación pertenecen al libro, que nunca me cansaré de ponderar, El poder del ahora, de E. Tolle, en concreto, de los apartados “Relaciones amor/odio” y “De las relaciones adictivas a las relaciones iluminadas”.
Dichos párrafos no aparecen de forma consecutiva en la obra, pero los he seleccionado porque explican muy bien esta reflexión que el propio Tolle ofrece:
Dichos párrafos no aparecen de forma consecutiva en la obra, pero los he seleccionado porque explican muy bien esta reflexión que el propio Tolle ofrece:
“A menos que accedas a la frecuencia consciente de la presencia, todas las relaciones, y en particular las relaciones íntimas, acabarán fracasando y siendo disfuncionales”:
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“Cuando estáis juntos os sentís completos. El sentimiento llega a ser tan intenso que el resto del mundo parezca insignificante. No obstante, quizá te hayas dado cuenta de que esa intensidad tiene una cualidad de necesidad y apego. Te vuelves adicto a otra persona. Él o ella actúa sobre ti como una droga. Cuando la droga está disponible, te sientes bien, pero la posibilidad o el simple pensamiento de que esa persona pueda no estar disponible provoca celos, posesividad, intentos de manipulación mediante chantaje emocional, culpas y acusaciones; en resumen, miedo a la pérdida.
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“Cuando estáis juntos os sentís completos. El sentimiento llega a ser tan intenso que el resto del mundo parezca insignificante. No obstante, quizá te hayas dado cuenta de que esa intensidad tiene una cualidad de necesidad y apego. Te vuelves adicto a otra persona. Él o ella actúa sobre ti como una droga. Cuando la droga está disponible, te sientes bien, pero la posibilidad o el simple pensamiento de que esa persona pueda no estar disponible provoca celos, posesividad, intentos de manipulación mediante chantaje emocional, culpas y acusaciones; en resumen, miedo a la pérdida.
Si la otra persona te abandona, ese hecho puede dar lugar a la mayor hostilidad o a la pena y a la desesperación más honda. La ternura amorosa puede convertirse en una agresividad salvaje o en un dolor horrible. Y en tal caso ¿adónde ha ido el amor? ¿Puede el amor transformarse instantáneamente en un opuesto? ¿Fue amor lo que hubo en primer lugar o sólo un apego adictivo?
Aquí estoy hablando de lo que suele conocerse como relaciones románticas; no del verdadero amor, que no tiene opuestos, porque surge de más allá de la mente. El amor como estado continuo aún es muy raro y escaso, tan escaso como un ser humano consciente. No obstante, puede haber breves y elusivos vislumbres de amor cuando se producen discontinuidades en la corriente mental.
Aquí estoy hablando de lo que suele conocerse como relaciones románticas; no del verdadero amor, que no tiene opuestos, porque surge de más allá de la mente. El amor como estado continuo aún es muy raro y escaso, tan escaso como un ser humano consciente. No obstante, puede haber breves y elusivos vislumbres de amor cuando se producen discontinuidades en la corriente mental.
El amor no es selectivo, del mismo modo que la luz del sol no es selectiva. No hace a una persona especial. No es exclusivo. La exclusividad no tiene que ver con el amor de Dios, sino con el “amor” del ego. No obstante, la intensidad con la que se siente el verdadero amor puede variar. Puede haber una persona que te refleje el amor más claramente y con más intensidad que las demás, y si esa persona siente lo mismo hacia ti, se puede decir que estás en una relación de amor con él o con ella. El vínculo que te conecta con esa persona es el mismo que te une con la persona que se sienta a tu lado en el autobús, o con un pájaro, con un árbol o con una flor. Lo único que varía es su grado de intensidad.
Aún en una relación adictiva puede haber momentos en los que brille algo más relación. Algo más allá de las mutuas necesidades adictivas. Son momentos en los que tanto tu mente como la de tu pareja desaparecen brevemente y el cuerpo-dolor se queda temporalmente adormecido”.