En mi libro El don de vivir como uno quiere, escribo esto refiriéndome a los artistas:
“Pero no todo el mundo que “ha llegado” nos cautiva con la misma intensidad. Los verdaderos triunfadores nos seducen por su luz. Sin su iluminación nada se nos mostraría con esa fuerza. La “creatividad” sin luz no es tal, sino mera actividad, porque los artistas que llegan a nuestra sensibilidad son los que han encontrado su tesoro más valioso, su claridad interna, y esa autenticidad es la que nos deslumbra. Nos hipnotizan cuando les escuchamos en una simple entrevista, porque iluminan los espacios en los que se encuentran, estén o no expresando el arte por el que destacan. Y eso mismo nos sucede en la vida cotidiana, con la gente "corriente". Hay personas con mucha luz de las que nos cuesta apartarnos, porque nos imantan con su sola presencia”.
Hará unos cuatro o cinco años hojeaba una revista en la que le hacían una entrevista al actor Mariano Alameda. Siempre me había llamado la atención la serenidad que transmitía en la pantalla y, en esa entrevista, su modo de responder; no era el que podía esperarse en una revista de ese tipo. Le busqué en Internet ( http://www.lared.as/marianoalameda/) y me encontré a un joven actor comprometido consigo mismo y con el mundo.
Me decidí a escribirle unas letras y respondió con la misma luz que presumía.
Hoy día, además de desarrollar su faceta de actor, dirige el Centro Nagual de Desarrollo Personal. En el blog alojado en la página del Centro podemos leer fragmentos suyos como éste, referido al entusiasmo:
“Dice el diccionario que el entusiasmo es la exaltación del ánimo de carácter divino. Nada menos. La carencia de entusiasmo en occidente es claramente la evidencia de no ver el carácter divino del ser humano en nuestra hermosa tierra”.