miércoles, 5 de noviembre de 2008

SER o parecer


Cuando alguien dice “no sólo hay que ser sino también parecer” (que me da la impresión de que significa, "parece, que lo de ser es lo de menos...") le pregunto a quien hay que parecerle ¿a los demás o a uno mismo? De esa pregunta surge otra afirmación-juicio por su parte: “No creas que eres el centro del mundo, y que sólo tiene que importarte lo que pienses de ti”.

No lo creo. Tiene que importarme lo que piensen otros, pero no actuar solamente en función de ello. Cuanto más eres tu mismo menos papeles representas y más conectado te sientes con aquellos a quienes, de otra forma, pretendías impresionar a través de la apariencia. No te ves distinto o superior al resto del mundo, sino que te percibes como el propio mundo desde la fusión y la comunión con todo y con todos.

A su vez, mejor concepto tendrán los demás de ti, sin necesidad de que hayas ideado estrategias para ello, porque les ofreces una imagen nítida, sin distorsiones. Lo que eres es lo que les muestras y la coherencia tiene recompensa.

De cualquier forma, aún cuando tengamos todo esto muy interiorizado, no estamos exentos de representar papeles en determinadas ocasiones, aunque sea de modo inconsciente. Cuando nos sentimos vulnerables podemos utilizar esta “defensa” para evitar el sufrimiento por el ataque ajeno. Tememos entonces que llegen a nuestra profundidad y, por eso, la ocultamos, cuando, en realidad, esa profundidad es nuestra verdadera fuerza.