martes, 18 de diciembre de 2012

Queridos lectores



Queridos lectores:

Últimamente estoy menos parlanchina; ya veis que escribo mensajes cortos o hago referencia a textos y vídeos de otras personas. Estoy en etapa de recogimiento y silencio. Sin embargo, hoy me apetece explayarme, contaros cómo me van las cosas... Me he despertado en medio de la noche, de forma repentina, y he sentido el impulso de escribiros. 

Al abrir los ojos han pasado por mi mente miles de escenas de mi vida, como la de cualquier otra persona, salpimentadas o azucaradas, que dan sentido a este recorrido tan apasionante. En los últimos días (o meses) todo parece correr más deprisa, dentro y fuera de mí (de todos, creo); el Universo está confabulando para que así sea; lo que debemos aprender lo asimilamos con mayor facilidad, lo que necesitamos soltar va destensando la cuerda; aquéllo que hemos de modificar dentro de nosotros pide paso, ya sea a empujones o con sutiles toques en el hombro, que te advierten de que "así no...". Y, cuando le hacemos caso a esa fuerza  renovadora, que nos impulsa, desde fuera, a través de circunstancias, personas, momentos críticos, oportunidades... a que removamos creencias, cambiemos costumbres, seamos valientes e íntegros e interioricemos de verdad, nos suceden cosas maravillosas.

Y así me encuentro, disfrutando en esta madrugada de ver resultados tangibles a tanto trabajo intangible. Nada es gratis, pero el precio de la dignidad, la honestidad y la bondad nos lleva a la reconciliación con nosotros y con la vida. 

No quiero desvelar los motivos de mi contento, porque no sólo hablaría de mí, sino de otras personas que merecen el respeto de mi silencio. Tan sólo quiero compartir mi alegría por ver resultados, en distintos aspectos, a muchos otros momentos de preocupación y esfuerzo, que han merecido la pena. Lo disfruto, sí, y lo hago sin reparo, arrojando fuera de mí cualquier duda o temor (esos que tantas veces me hacían creer que si algo salía bien lo malo tenía que estar esperándome a la vuelta de la esquina). Lo aprecio y lo valoro como la consecuencia de ser responsable de mí, de mis actos e intenciones. Podría parecer una declaración de vanidad, pero, todo lo contrario, es de humildad. 

Ya surgirán nuevos aprendizajes y retos ante mí, pero ahora me recreo en este momento de lucidez y vivo intensamente este instante en el que constato que la vida te pone a prueba, pero también te ofrece todo un surtido de salidas para que elijas las que te hagan sentir mejor y hacia las que puedan seguirte aquéllos a quienes más amor has dado.