Cuanto más se afianza en mí la filosofía del poder de la bondad, la transparencia y la colaboración limpia, con mayor facilidad llego al núcleo de las personas, hasta el punto de verme, por ejemplo, en una reunión de trabajo imaginándome cómo serían de pequeños los convocados y llegando a sentir su ser esencial por debajo del corsé. Me pierdo en ese mundo no contaminado de seres diminutos en su forma, pero grandes y libres en lo profundo (con los años, el mal ejemplo y las elecciones erradas, a veces transformados en enemigos de sí mismos).
(Un fragmento de algo que estoy escribiendo)