jueves, 29 de enero de 2009

El Dios interior


Dicen que hablar de política y de religión es una falta de educación. Si defiendes apasionadamente una ideología concreta o una religión determinada, estarás apartando o, incluso, atropellando a quien no piense como tú. De la misma manera que se daña cuando se juzga a quien cree o a quien no cree. Mientras las creencias o tendencias sean motivo de pugna, no estarán cumpliendo su función. Cuando concluyan es la unidad, sí lo harán.

Sin embargo, hablar de Dios no conduce al conflicto, sino a la paz, porque está en relación con lo esencial, con lo puro. Y como me cuesta expresarlo con mis propias palabras, porque no he alcanzado tan alto nivel de sabiduría, al tiempo que me asolan las dudas de lo que no se llega a entender mediante razonamientos, prefiero callar y dejaros este texto inspirador, extraído de una entrada del blog Plano creativo (clicad sobre “Plano creativo”).

Avanzo un párrafo de esa entrada en el que Alejandro Jodorowsky aporta un mensaje que me parece muy profundo y calrificador:

“Es muy posible que Dios sea un reflejo de nuestro nivel de consciencia. Si tengo una consciencia infantil, le estaré siempre pidiendo a Dios, ya que la esencia de los niños es pedir. En cambio si mi consciencia es planetaria, cuando utilizo esa palabra será para dar…”.

Y creo que... al nivel de consciencia planetaria, elevado, sólo se llega por un camino: la bondad, o lo que es lo mismo, la fusión con Dios.