Con lo importante que es para mí la amistad en el trabajo, y no la había dedicado ninguna entrada en este blog.
Esta mañana me he despertado pronto y me he regocijado pensando en una comida que tendré en unos días con nueve compañeros y, sobre todo, amigos de trabajo. Nos reunimos una vez al mes para comer y expansionarnos, pero esta vez hay otro motivo, son mis bodas de plata en la empresa para la que trabajo (¡Qué carrozona soy, por Dios!).
Esta mañana me he despertado pronto y me he regocijado pensando en una comida que tendré en unos días con nueve compañeros y, sobre todo, amigos de trabajo. Nos reunimos una vez al mes para comer y expansionarnos, pero esta vez hay otro motivo, son mis bodas de plata en la empresa para la que trabajo (¡Qué carrozona soy, por Dios!).
Para ese día tal vez tenga ya en mis manos mi libro, así que aprovecharé para llevárselo dedicado. Me apetecía preparar las dedicatorias, aunque con el primer libro las escribí en la propia comida, sobre la marcha, y se nos saltaban las lágrimas porque tenía tan interiorizado lo que quería expresarles que, en lugar de letras del abecedario, la pluma trazaba corazones.
Ahora, una vez que he leído lo que quiero transmitirles, me encuentro la hoja de papel salpicada de palabras como fidelidad, sinceridad, transparencia, cariño, amor, sincronía, bondad, generosidad, amabilidad, apoyo, sonrisa… y me doy cuenta del gran tesoro que encuentro cada mañana, cuando llego a un lugar - unas veces agradable, otras menos- pero siempre con ese oasis de personas que sabes que tienes para lo que necesites, y que ese mismo sentimiento es el que poseen ellos de ti. Alguna vez he oído eso de que al trabajo no se va a hacer amigos: JA, me compadezco de quien no lo ha probado.